martes, 19 de junio de 2007

Duendes

Por la mañana llamé desde el trabajo a P., de catorce años, para pedirle que sacara del congelador unos filetes de ternera. Estaban muy ricos cuando los comimos al mediodía con una ensalada. Por la tarde, a eso de las siete, M. pasó junto al congelador y se dio cuenta de que había un pequeño charco en el suelo. P., la eterna despistada, se había dejado la puerta abierta. Algunos alimentos estaban ya descongelados o casi descongelados: pimientos verdes del huerto de mis padres, buñuelos de bacalao y chipirones enharinados que sobraron en Navidad, brócoli, espárragos verdes, carne para hacer sopa, dos bolsas de setas variadas, rodajas de lomo de atún, dos sepias, alcachofas, zanahorias, judías verdes, habas tiernas.

Rápidamente me he puesto a cocinar: las setas las he guisado al ajillo con una guindilla seca, de esta manera se pueden guardar para otro día y sobre unos espaguetis o arroz blanco son buenísimas; he frito los buñuelos, los chipirones y los pimientos; he cocido las verduras para hacer una gran ensaladilla, he puesto a hervir un caldo de sopa, he dejado para mañana el atún, y para cenar he hecho en la plancha los espárragos trigueros y las sepias, acompañadas con una salsa de ajos picados, perejil, aceite, limón y sal. En el pequeño equipo de la cocina sonaba un disco de música celta. Rodeado de fogones y cazuelas me sentía tan atareado como un duende.

5 comentarios:

Portarosa dijo...

Y para salir de una situación así sin problemas y con calma, ¡qué importante es que el ambiente en casa sea bueno!

¿Las fotos de las cabeceras son también tuyas? Me parecen muy buenas, Jesús; o me encantan, que supongo que no es lo mismo.

Un abrazo, duende del hogar.

Jesús Miramón dijo...

En casa hay una máxima que siempre intentamos cumplir: lo que se hace sin mala intención no es punible. Por otra parten me encanta cocinar.

Un abrazo.

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Sí que son mías las cabeceras, y... ¿cómo que no es lo mismo? ;-)

Miranda dijo...

Cuando a veces coincide que se llena la casa me he sentido así.
Ya sabes, sube nosequien, y pasa mengano y llama zutano, total que tienes que abrir el arcón e improvisar cosas.
La gente se queda muy pasmada de que en un pispas salgan platos con chicho, les parece magia, y debe de serlo, por eso hay esa sensación de alquimia poderosa.

Es una putada lo del conge, pero menos...me refiero a que yo tengo cosas que siempre dejo para mañana y resulta que al final se van a pasar de meses o de siglos...

Besuco.

M.

Jesús Miramón dijo...

Sí, Miranda, es magia, la magia de la hospitalidad y la capacidad de improvisación. Son situaciones en las que la sangre fluye mejor por los brazos y el cerebro, yo creo que son hasta beneficiosas para la salud.

Sobre el congelador, uf, en los rincones más recónditos del nuestro, aquellos que, pase lo que pase, nunca se descongelarán, hay bultos sospechosos que lo mismo pueden pertenecer a morcillas de la cosecha del 99 que al hombre de Atapuerca... Besico.

Portarosa dijo...

Yo qué sé, Jesús, yo qué sé. Problemas que se crea uno.

Un abrazo.