jueves, 8 de noviembre de 2007

Desapariciones

Cuando vuelvo del supermercado con C. son las ocho de la tarde, aunque por la oscuridad del cielo parecen las diez de la noche. El maletero de la Picasso está cargado de bolsas que trasladamos entre los dos a la casa. En el primer regreso a por la siguiente carga me fijo en un coche que está aparcado al otro lado de la calle. Una mujer está sentada en su interior y me mira. Probablemente no me reconoce pero yo sí sé quién es ella. Saludo con un movimiento de la cabeza musitando "hola" con los labios y prosigo con mi tarea. Su marido era compañero en el coro, cantaba de tenor. Murió en febrero de cáncer. Tenía cuarenta y dos años. Dejó viuda y dos hijos pequeños. Mientras voy y vengo cargado de bolsas de alimentos y bebidas deduzco que ella debe de estar esperando a que alguno de los niños salga de la escuela municipal de música. ¿Puedo imaginar sus pensamientos? No, no puedo. ¿Su vida sin él? No. Traigo a mi mente la imagen de su alta figura coronada por aquellos rizos rebeldes y me resulta verdaderamente difícil creer que esté muerto, que simplemente no se haya ido de la coral por cansancio o por falta de tiempo para ensayar (pero estuve en su funeral, canté allí). Tras dejar en el suelo las últimas bolsas cierro el maletero. Ella continúa esperando dentro de su coche. Cruzo la calle, entro en mi casa, y desaparezco.

4 comentarios:

Sir Alsen Bert dijo...

La muerte a esas edades deja helada la imaginación. Ahora me acuerdo del Cebrián, el locutor de La Rosa de los Vientos -¡a los 41 también!-.
Es un tipo de orfandad. Conocer a alguien y saber que muere joven te deja como huérfano, una parte de tí se queda huérfana, la verdad.

Saludos de nuevo.

Jesús Miramón dijo...

No creo que pueda expresarse mejor, Alsen: es un tipo de orfandad. Intemperie.

Anónimo dijo...

Jesús viejo amigo,

leerte me supone -siempre- ver detrás de tus palabras.
Es inevitable. Pero visiono todo -tal y como lo cuentas-. Qué fácil es interpretarte. Eso es lo mejor. Que en tu extensa y humana calidad, se percibe hasta el incienso que se quemó.

Melancólico es ahora. Pero y el resto?

En los siguientes capítulos.


(Claro).

Un fuerte abrazo Jesús Miramón.

pd. Y a tu gemelo otro igual -de fuerte digo-.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Paquilou, qué agradable sorpresa verte por aquí. Un abrazo.