viernes, 1 de febrero de 2008

Sin título

Me he tendido en la cama y he dormido una siesta de casi dos horas, a pesar de que ayer me acosté temprano. Persisten los mareos y me duelen las muñecas y las piernas. Tal vez lo que sucede en realidad es que las nuevas gafas han coincidido con otra cosa.

Tarde fría, de lluvia. En días así el pueblo parece un lugar triste para vivir, y el espíritu se siente tentado a dejarse llevar mansamente por la corriente de la aflicción. El único modo de escapar es dejar de escribir y leer un poco, tomar un café, mirar una película.

1 comentario:

Jesús Miramón dijo...

Efectivamente, la casualidad ha querido que las nuevas gafas hayan coincidido con una gripe galopante. Dos días entrando y saliendo de la cama con fiebre y dolor de cabeza y de huesos y de riñones y de todo... Paciencia. El cuerpo combate y ya empiezo a ganar la batalla.