lunes, 22 de septiembre de 2008

Sean Thornton

Es un hombre inmenso, gordo pero también muy alto, el cabello blanco corto y despeinado hacia adelante como el de un emperador romano. Vestido con un pantalón de pana de color crudo y una camisa de cuadros rojos y amarillos se acerca a mi mesa, me saluda, se sienta y me dice, con un acento definitivamente tan excéntrico como su aspecto, que ha vivido durante más de treinta años en América, a donde emigró en busca de fortuna en mil novecientos setenta. Me dice que viene a solicitar la jubilación, pues se ha informado en internet de que la Seguridad Social española tiene al respecto un convenio bilateral con Estados Unidos. Yo le amplío esa información, le indico en qué consiste el trámite que vamos a iniciar, qué documentos necesitaremos, le confirmo que nosotros nos ocuparemos de enlazar con USA. Él me cuenta que tras divorciarse de su esposa norteamericana regresó a España el año pasado, me cuenta que deseaba volver al pequeño y perdido pueblo de sus padres, a la vieja casa donde nació, que ha reformado. Yo, perplejo, pienso en Sean Thornton. Entonces él dice: "aquí empecé y aquí quiero terminar"

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí me has hecho imaginarme de jubilado, y es curioso, me veo-imagino de mayor anciano, pero no me veo de jubilado: será que voy a trabajar hasta los cien años, y dejo otros veinte para vivir tranquilo (si contamos con vivir ciento veinte años, claro)

Jesús Miramón dijo...

A mí no me cuesta nada imaginarme de jubilado. Si la salud nos acompaña pueden ser unos años muy buenos. Mi mujer y yo hablamos a veces de ese posible futuro y lo hacemos con ilusión (en qué lugar del norte viviremos, qué casa buscaremos, etcétera). Estar jubilado es lo que más se parece a una vida aristocrática.

Portarosa dijo...

Joder, pues ha ido a dar con el funcionario adecuado, ese otro Sean Thorton, qué suerte ha tenido; seguro que te ves ayudando a John Wayne, y todo :)

Jesús Miramón dijo...

Gracias, Portorosa, pero una diferencia sustancial entre él y yo es que yo seguramente moriré lejos del lugar donde nací (aunque algo así nunca puede asegurarse con certeza absoluta).

Portarosa dijo...

¿Por tu pretensión de mudarte al norte?

Jesús Miramón dijo...

Así es: dentro de muchos años, cuando los hijos ya sean mayores y vivan su propia vida (ya vendrán a visitarnos desde Nueva Zelanda o desde Barcelona o desde donde estén). Siempre he soñado con el Norte.

Portarosa dijo...

Jo, pues qué bien. A lo mejor hasta somos ancianitos vecinos, y un día nos enteramos de que éramos Portorosa y el Hombre de Cromañón y nos da un ataque de nostalgia y un infarto, o algo :D