lunes, 1 de diciembre de 2008

Polvo de alas

A las seis de la tarde salgo del trabajo entorpecido por el (polvo de alas) peso de todas las personas con las que he hablado a lo largo del día: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, niños traductores para sus padres extranjeros. Tantas palabras brotando de mi boca hasta quedarme ronco, tantos (compasivos, indiferentes, enternecidos, cínicos, indignados, lujuriosos, melancólicos) pensamientos. A las seis de la tarde salgo de la oficina y ya es de noche. Entro en mi coche, introduzco la llave bajo al volante, arranco el motor y se iluminan los instrumentos de color verde. Nunca deja de sorprenderme la (inevitable) sólida consistencia del vínculo que existe entre todos nosotros, (navegantes) seres humanos. Un vehículo me envía un destello de luces desde atrás, con un gesto de la mano su ocupante me pregunta si voy a dejar libre la plaza de aparcamiento, le digo que sí, pongo en marcha el intermitente, maniobro para salir, (vuelvo a mi casa) me voy.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que era Borges el que decía en un poema: "Yo digo asombro donde otros dicen costumbre".
Es la belleza de la mirada asombrada sobre lo cotidiano lo que nos regalas.
Gracias

Portarosa dijo...

Me ha gustado mucho, Jesús.

Jesús Miramón dijo...

Koldo, Porto, gracias.