domingo, 14 de marzo de 2010

Decimocuarto día

Me levanté cuando ya no podía dormir más, desayuné una tostada de queso Philadelphia con jamón de york y un café con leche, no me afeité y fui a comprar los periódicos y el pan. A eso de las doce preparé la base del arroz al horno: costillas de cerdo ahumadas y adobadas de Ponferrada, judías verdes, cebolla, ajos y tomate natural troceado, todo pochado a fuego lento en la paellera de hierro, así más tarde sólo sería necesario añadir el arroz, darle unas vueltas, verter el caldo de verduras y cocerlo en el horno a doscientos grados durante unos quince minutos. Una vez planificada la comida me senté en el suelo del salón con la espalda apoyada en el sofá y estuve viendo el programa previo a la carrera mientras doblaba calcetines, trapos de cocina, toallas, bragas y calzoncillos de diversos tamaños. Durante la vuelta de reconocimiento me serví una pinta de John Smith extra smooth, Maite sacó unas anchoas con piparras y unas patatas fritas de aperitivo y, de nuevo sentado en el suelo, una costumbre que tengo desde que era un crío, me dispuse a disfrutar del primer Gran Premio de Fernando Alonso en Ferrari, y de su victoria. ¿Hubiera podido imaginar un domingo mejor? ¡Imposible!