lunes, 4 de octubre de 2010

Cuarto día

Tengo cuarenta y siete años y siempre he tenido ideas políticas. Me he batido el cobre muchas veces hasta acabar agotado y cubierto de polvo. Creo que jamás convencí a nadie de nada, y no me sorprende, lo acepto como algo normal porque tampoco a mí me convenció nunca nadie. Ahora sé que no merece la pena gastar toda esa energía, toda esa concentración mental, es una pérdida de tiempo hablar con quien, a menudo, en su fuero interno te desprecia, debatir con quien al mirarte ve la caricatura previa que dibujó en su mente. Me costó años aprender esto y descubrirlo supuso un alivio instantáneo. Continúo teniendo ideas políticas, por supuesto, y las defiendo a mi modo, tranquilamente, cada día de hecho, pero ya no me enzarzo en obscenas peleas cuerpo a cuerpo, ya no trato de convencer a nadie de nada porque sé que es imposible. La vida es breve como el día. Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.

21 comentarios:

La de la ventana dijo...

Haces muy bien, Jesús. Creo que hoy he aprendido algo importante, voy a hacer lo mismo.

Gracias.

Miguel Baquero dijo...

Esa es una lección que se aprende con el tiempo, y es muy útil. Si yo no te voy a convencer a ti, y tú no me vas a convencer a mí, mejor es que busquemos un tema en el que coincidamos o que seamos lo más educado posibles para no ofendernos. Si todos actuáramos así (yo procuro hacerlo) sería estupendo, pero ay, siempre llega el que está convencido de tener toda la razón en asuntos políticos y que pretende imponértela.

Jesús Miramón dijo...

No sé, Teresa, tal vez estoy equivocado pero lo cierto es que desde que me di cuenta de esto tengo más energía para, precisamente, actuar según mis ideas en vez de desperdiciarla rompiéndome la cara por ellas. Esto no quiere decir que no dé mi opinión, seguro que tú misma lo has visto en algún que otro sitio por ahí, doy mi opinión y a menudo lo hago con contundencia pero ahí lo dejo, no insisto, no me enredo en pulsos, si no te he convencido a la primera no lo haré a la segunda.

Jesús Miramón dijo...

Miguel, tampoco es necesario, si yo no te voy a convencer a ti y tú no me vas a convencer a mí, buscar un tema en el que coincidamos, a veces lo necesario y lo higiénico es irse, abandonar compañías que no se desean, no tener relaciones con tipos que cada vez que abren la boca te hacen reflexionar en las condenas actuales por homicidio. Esa es otra lección que se aprende con el tiempo: no solamente puedes divorciarte de tu mujer, también puedes hacerlo, y no sólo por cuestiones políticas, de amigos, de vecinos y de conocidos.

Elvira dijo...

Te entiendo muy bien.

A mí también me sucede otra cosa, que he visto personas decentes que piensan como yo y que piensan diferente, y personas "indecentes" que supuestamente están más cerca de mis posturas pero no puedo estar a su lado. No sé si me explico.

Un beso

Elvira dijo...

Ah, no había leído tu último comentario. Yo el divorcio también lo he practicado de forma más amplia, jaja!

Portarosa dijo...

Yo creo que hay excepciones, y que hay que saber distinguirías y aprovechar la puerta abierta. Y, en cualquier caso, y aunque ya no nos enzarcemos, no callar; por si queda algo.

Aunque la mejor enseñanza que se puede extraer de esto, en principio tan negativo, es, en mi opinión, llegar a ser alguien a quien se puede convencer. Eso es un triunfo personal.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Elvira, personas (según nuestro propio criterio) decentes o indecentes, de eso se trata finalmente, claro. Yo comparto trabajo diariamente con personas que piensan de modo muy distinto al mío y siento afecto hacia ellas, más todavía, las quiero, forman parte de mi paisaje sentimental. Desde luego que sí. Son buenas personas, generosas, buenas de verdad. Jamás me divorciaré de ellas.

Jesús Miramón dijo...

Es posible que haya excepciones, Porto, no lo niego, pero yo no he conocido ninguna en todos los años de mi vida adulta. Y vale, es posible que haya puertas abiertas, incluso es posible que alguien sepa distinguirlas, aunque yo nunca he encontrado ninguna.

Eso sí, ¿callar? Nunca. Yo nunca me he callado, querido Porto, de hecho he dejado el rastro de mis opiniones a lo largo y ancho de los sitios por donde he transitado. Ahora bien, ¿luchar a brazo partido contra quienes, tras pátinas de falsa educación y prosodia, desprecian al oponente? No. Ya no. El tiempo es limitado y las fuerzas también. Prefiero dejarles hablando solos.

Lamento que opines que esto es tan negativo, en serio, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Fíjate que uno de los enlaces lleva a noviembre de 2007. Hace mucho tiempo que pienso lo que he escrito hoy. Yo elijo.

Un abrazo.

añil dijo...

Opinar es de humanos y no discutir de sabios, creo yo. La discusión se suele producir entre personas que no se escuchan mutuamente y ambas pretenden llevar la razón, así que, qué sentido tiene.

Un beso maduro, jajaja.

NáN dijo...

A mí me gusta decir, que me digan; decir, que me digan. Y excepcionalmente: decir, que me digan.

Por lo que he visto en la vida. En esas tres entradas, con muchas repeticiones, se ajustan los decires.

No se trata de convgencer o ser convencido. Se trata de que cada uno analice hasta qué punto transmite ideas racionalizadas y hechas suyas.

Todos aprendemos. Eso sí, la vida es mucho más grande que la política. Aunque me temo que una vida sin política pueda ser, a veces, un poco estrecha.

Luego, como buen mediterráneo que soy, está la discusión furibunda como placer y deporte.

Portarosa dijo...

Bueno, lo negativo es esa dificultad para convencer a nadie, con la que en líneas generales estoy de acuerdo (yo he visto excepciones, pero tan pocas que dan vergüenza), no tu actitud ni tus conclusiones, Jesús.
Por otra parte, creo que hemos compartido decepciones con nombre propio aquí en internet.

Pero, insisto: seamos personas a las que se puede convencer. Eso es algo realmente grande, creo yo.

Un abrazo.

QuiaSint dijo...

Y si el tiempo pasados los cuarenta
no juega a mi favor, qué ha de inquietarme,
igual que ayer cuando tenía veinte
me tiendo al sol y dejo que la palabra encuentre

su cauce natural. Que sea el caos,
como los astros que dibujan
en el cielo figuras mitológicas.
No me importa el fracaso, a nada temo,

vano apurar el trago, si hay algo que no haré
es violentar al tiempo, él hace su trabajo,
y como el viejo Blake nos enseñaba:

ama la eternidad.
No pienso profanar este tácito acuerdo.
La poesía, se sabe, desprecia al impaciente.



Roberto Malatesta

Ofelia Gasque Andrés dijo...

Se me ocurre que la lucha, ya sea por comida, territorio o ideas esta en crisis porque forma parte de nuestra animalidad y nos toca dar un salto evolutivo, un cambio de conciencia global hacia el siguiente eslabón, el ser humano. No tengo ni idea de como se hace, más bien me abro a que ello ocurra, así sin más. Como cuando estas en una habitación a oscuras y se enciende la luz.
Lo que antaño nos alimentaba y nos parecía estupendo, esta a un paso del colapso. Es un cambio.
Eso siento al leer tu cambio.
Y reitero, pordios que bien te expresas¡!¡
Besos*

Doctora Anchoa dijo...

Es lo mejor que puedes hacer; traigo observado que lo que la mayor parte de la gente llama debatir en realidad no es eso. Básicamente consiste en hacer como que escuchan lo que tú dices, para soltarte lo que ellos piensan. En realidad no escuchan, sólo están esperando a que te calles. Afortunadamente, siempre hay alguna excepción.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Añil, opinar es tan humano que lo hacemos sin hablar, con nuestra mera actitud ante las cosas. Besos jóvenes (porque todavía soy joven, ¿no? ¿o ya no?)

Jesús Miramón dijo...

Tenía curiosidad por lo que escribirías aquí, Nán, porque tú, que eres mucho más bueno que yo, todavía te bates el cobre, te veo.

Decir y que me digan también me gusta a mí y lo practico a todas horas, yo me refiero a otra cosa: a la refriega. En el pasado participé en foros, costumbre que hace años abandoné, de donde salí espantado. Allí conocí a verdadera gentuza disfrazada, eso sí, de buena educación y supuesta cultura. No debo ser mediterráneo porque la discusión furibunda me repugna. Descubrí que irse era facílisimo y muy bueno para mi salud.

Eso sí, una vida sin política es tan imposible como una vida sin aparato gástrico o sin amor. La política forma parte de nuestra especie igual que las válvulas cardíacas.

Jesús Miramón dijo...

Sí que hemos compartido decepciones con nombre propio, Porto, haces bien sospechando que eso, entre otras experiencias distintas, está detrás de lo digo. Una cosa es que nadie pueda convencer a nadie de nada, como afirmaba Ferlosio en aquella famosa entrevista, y otra que el otro o los otros rezumen soberbia, clasismo y complejo de superioridad, que no dejan de ser signos de mala educación y mala calidad como personas. Intentar debatir en esas condiciones es una penosa pérdida de tiempo, ¿no te parece? Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Quiasint, me ha encantado el poema, me ha gustado muchísimo y me has descubierto a alguien de quien no conocía nada. Muchas gracias.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Ofelia, yo también pienso que habrá un cambio, es cuestión de vida o muerte que lo haya. Un cambio de paradigma, de modelo, de conciencia; lo habrá si queremos sobrevivir. Un beso.

Jesús Miramón dijo...

Bienvenida a mi blog, Doctora Anchoa. ¿Has entrado en el enlace final del post? Es el romance del infante Arnaldos, ¿no es precioso? El final siempre me gustó. Fue un placer poder recurrir a esas palabras anoche.

:-)