lunes, 31 de enero de 2011

31

Salgo de la agencia a las seis y diez de la tarde. La luz ha comenzado a cambiar oscureciendo poco a poco todos los colores. El río Vero, encauzado por el canal de hormigón que lo doma a lo largo de Barbastro, fluye hacia el mar. Subo al coche, arranco el motor, giro el mando de las luces, dejo libre el hueco que ocupaba junto a la acera, y vuelvo a casa.

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