miércoles, 21 de noviembre de 2012

Partita

Me siento en el retrete y escucho un violín. Es mi vecina adolescente, alumna de mi mujer, ensayando en alguna habitación incómodamente cercana. Primero toca con cierta dificultad una de las maravillosas partitas de Bach y después se arranca con una versión preciosa del Danny Boy, una canción cuya versión a cuatro voces mixtas cantamos en mi coro. Qué extraña resulta esta reunión de emociones y necesidades fisiológicas, cerebros e intestinos gruesos. ¿Será verdad que somos un misterio?

10 comentarios:

Ángela dijo...

Es todo lo mismo, Jesús. Una emoción es una excrecencia de la actividad cerebral que no difiere mucho de lo que el intestino expulsa. Yo creo que si fuéramos capaces de recordar esto nos ahorraríamos muchos sinsabores.
¡Ja, ja, ja!

Jesús Miramón dijo...

Ángela, comprendo lo que quieres decir al afirmar que todo es lo mismo, y es cierto: nuestras emociones y nuestros desechos son el resultado de procesos químicos. Saberlo no me ahorra sinsabores pero tu risa sí.

Portarosa dijo...

¡Tú ya lo haces a mala idea, esto de hablar de excrementos, retretes e intestinos!

:-)

Un abrazo.

Heart on dijo...

Son mucho más q procesos químicos, ambos forman parte del mismo "milagro" y nos deberíann emocionar por igual como bien ha dicho Angela, sin embargo por razones desconocidas (educacion, quiza?) de unas nos sentimos orgullosos y otras nos averguenzan. Para muestra tu relato. Te reto a otro que empiece. Sacó el violín de la caja y cololocó la partitura mientras yo...(y aqui atrévete a meter tu sonata particular y compositores preferidos...). ;-)
Un abrazo

Portarosa dijo...

Bueno, Heart on, admito la componente cultural de ciertos prejuicios. Admito que sin duda es asombroso cómo funciona nuestro cuerpo, incluido el aparato digestivo (bueno, algunos mejor que otros).

¡Pero de ahí a decir que nos deberían emocionar por igual la música de Bach y nuestras necesidades fisiológicas...!

:)

NáN dijo...

A mí ir al baño como un reloj a los 5 minutos de estar en pie me produce un estado beatífico de bienestar.

Pero hemos aprendido a alejarnos de ciertos olores. Así que terminada la acción, no me deleito, sino que salgo raudo y veloz.

Esto segundo es cultura, probablemente basada en razonamientos y experiencias tribales de ver cómo los que se aproximaban a los resultados enfermaban. Pero no es algo innato, porque a los niños hay que enseñarles la conducta apropiada.

Mierda, lo que cuesta escribir "mierda".

Jesús Miramón dijo...

Já, já, Porto, pero ¿qué problema tienes tú con las cacas y los retretes? Ah, y no lo hago a mala idea pero sabía que dirías algo...

Un abrazo fuerte.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Heart on, a mí no me avergüenza hacer referencia a nuestras necesidades fisiológicas. No me regodeo en ellas pero no me avergüenza. ¿Cómo era? Algo así: Caga el rey, caga el papa y de cagar nadie escapa. Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

A mí me produce el mismo estado beatífico, Nán. Eso sí, si lo que estoy leyendo (o escuchando) me resulta interesante puedo estar allí sentado una hora, inmune a la realidad del mundo exterior.

Un abrazo.

Portarosa dijo...

Buongiorno.
Reconozco que lo escatológico no me gusta. Ni de pequeño me hacían gracia los chistes temáticos.

Pero es que cuando lo introduces tú en tus posts me parece siempre como si en medio de un campo de flores cayese... pues justamente eso :)

Un abrazo.