martes, 6 de octubre de 2015

Tierra de nadie

A veces echo de menos Binéfar. Echo de menos la claraboya del techo en mi dormitorio de la buhardilla y me pregunto qué habrá sido de los hibiscos y las madreselvas de la terraza, me pregunto si los siguientes inquilinos se hicieron cargo de su supervivencia.

Echo mucho de menos los ensayos de la coral y las copas en el Chanti después, fui tan feliz aquellas noches. Pero he vivido en tantos sitios, en tantos domicilios, que mi organismo ha generado una especie de escudo protector inmune al número de años, inmune al apego, inmune al pasado.  Como los astronautas, en cada salto dejé una parte importante de mí flotando en tierra de nadie, una parte de mí que se aleja y aleja hasta desaparecer.

6 comentarios:

Portarosa dijo...

¿Entonces, ya nunca podremos ir al Chanti?

Yo quiero creer que sí. Me imagino contigo y con J.L. bebiendo una noche.

Esas partes de ti que, efectivamente, se van, se ven compensadas por una parte de los sitios que te quedan, que nos quedan dentro, ¿no? De modo que no deberíamos ir achicándonos.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Tengo mucho sitios dentro, Porto, aunque los más lejanos se van difuminando cada vez más en el tiempo. Por eso escribo, para dejar constancia (por si este pasado alguna vez ocurrió). No me achico, sólo soy cruel, o cínico, o sencillamente perezoso, banal, no sé.

Dejé la coral al irme de Binéfar y, al vivir mi mujer en Zaragoza y yo en Barbastro, no poder comprometerme a ensayar cada viernes por la noche. No sé si volveré. A medida que van pasando los meses y los años lo veo más difícil porque otra realidad sustituye a la anterior. He vivido muchas.

Mientras tanto la vida continúa fluyendo, nuestros hijos crecen, se van como así ha de ser, y también nosotros nos alejamos, como así ha de ser, de quienes éramos, precipitándonos sin remedio hacia quienes seremos. Intento vivir todo esto con la mayor consciencia posible.

Lamento haber dejado de escribir con la frecuencia con la que lo hacía antes, pero también esto forma parte del ahora. Me dejo llevar por el río para que no me arrastre. No ofrezco resistencia. Continúo aprendiendo y observando. Todo me asombra.

Un abrazo.

NáN dijo...

Si todo te asombra, no hay nda que temer.

Raúl Morales García dijo...

Dime de qué está hecho ese escudo protector, querido Jesús. La nostalgia traspasa todos los escudos que yo le he puesto; cuando creo que ya ha dejado de seguirme, me doy cuenta, con dolor, de que su fina capa forma parte de mi espalda, se ha asimilado a mi piel. Una parte de mi permanece en los lugares donde he estado y con las personas con las que me he cruzado, en todo lo que se ha quedado por el camino...

Lo q Leo dijo...

Es esa especia de
identificación
de pensar un poco antes
justo en la linea
que está escrita
lo que me pega a los blogs
como este.
No sé porque hacia tiempo
que no me pasaba
quiza el duende de los hipervinculos
habia descosido
el enlace
y ahora por alguna razón desconocida
y acertada ha vuelto a hilvanarlo.

Abrazos.

Elvira dijo...

Iba a decir exactamente lo mismo que NáN. Un beso