viernes, 1 de enero de 2016

Seis kilómetros por hora

Ha llovido un poco, muy poco, casi nada en realidad. Me he dado cuenta cuando después de cenar he salido un momento a la galería a fumar. Los escuálidos árboles de la acera, desnudos de hojas, eran de nuevo mapas vasculares inversos: riñones, pulmones, manos, tobillos.

Por la mañana fuimos a pasear por el campo. Dos aves grandes cruzaron el cielo sobre un almacén en ruinas y se alejaron sin esfuerzo, absolutamente ajenas al primer día del año de otra especie, otra religión, otro calendario; ajenas al pasado y el presente. En un momento, pensé, estarían sobre el lejano Monasterio del Pueyo, y poco después sobre la sierra de Guara, y más allá, sin esfuerzo aparente, sobrevolarían las altas montañas donde todavía no ha nevado.

Nosotros caminábamos junto al canal a seis kilómetros por hora. A veces hablábamos y a veces callábamos. Bandadas de pajarillos iban de un grupo de arbustos a otro delante de nosotros, como si jugaran a espantarse.

2 comentarios:

NáN dijo...

Clara narración del tiempo.

Jesús Miramón dijo...

Buen año nuevo, Nán. Un abrazo.