jueves, 11 de mayo de 2017

Gelatina

El día comienza a difuminarse en el cansancio como si nunca hubiera existido. No es verdad. Existió y llovió mucho por la mañana, y en mi trabajo atendí a muchas personas, unas más interesantes que otras, y al volver a casa mi pareja y yo comimos bacalao con patatas y un poco de arroz (y azafrán, y pimentón, y caldo de pescado) que yo había preparado el día anterior, un plato caldoso y caliente ideal para un día de lluvia y nubes oscuras. Después los dos dormimos una pequeña siesta, tras la cual ella se fue a su estudio a corregir y corregir exámenes y trabajos y más exámenes y más trabajos propios de una profesora de Lengua y Literatura, y yo me quedé aquí en el salón con mi portátil y mis asuntos frikis y mis costumbres solitarias, costumbres de un soltero.

El día ha terminado y la noche cubre este hemisferio de nuestro planeta. Un día que existió, que existirá siempre hasta que la red mute y todos los blogs desaparezcan en el gran apagón previo a que las máquinas nos esclavicen.

Sigo adelante sabiendo que soy feliz, aunque alguna vez se me olvide. Bueno, a ver: feliz en plan normal, cotidiano, asumiendo enfermedades, edades, esta fase de lenta decadencia en la que siento que ya he penetrado como a través de una temblorosa pared de gelatina. Debo enfrentarla con el mismo valor que mis predecesores, que fueron todos los miles de millones de seres humanos que existieron antes que yo.

Confío en que todavía me queden algunas décadas de exploración, aunque por mi trabajo sé que la muerte acecha en todas las edades posibles. Si al sobrevolarme pasa de largo espero seguir navegando río abajo entre árboles inmensos y chillidos de monos y pájaros, luz y sombra sobre el agua, campos de cebada rodeando pequeñas islas de encinas carrascas, desiertas carreteras comarcales, viejas higueras creciendo junto a las acequias, viñedos, la antártida.

10 comentarios:

fernando dijo...

Me encanta lo de "feliz en plan normal", es toda una filosofía de vida. Ser feliz en plan normal, es "SER FELIZ"; la única y posible felicidad, la que pasa desapercibida, la sin adjetivos...ni siquiera un sustantivo... eso, sin nombre, un momento que nombrado es recuerdo.
Precioso texto.
Gracias

Jesús Miramón dijo...

Gracias a ti por el comentario, Fernando.

Portarosa dijo...

Qué maravilla. Como de costumbre.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Un abrazo fuerte, Porto.

Anónimo dijo...



Te leo. Me encanta lo que escribes.

Gracias

Jesús Miramón dijo...

Gracias a ti, a todos lo que leéis este diario, algunos y algunas desde hace muchos años.

Escribir públicamente es, se mire como se mire, una desfachatez absoluta. Absoluta. Sin filtro de lectores profesionales de editoriales, sin orden, sin concierto, a pecho descubierto, dando bandazos, con épocas prolíficas y desiertos sin una gota de agua, al vaivén de la vida real... Aunque, claro, ¿qué otra cosa puede ser publicar en internet un diario personal y sin ningún ánimo de lucro más que una desfachatez?

Gracias a ti de nuevo. Mi único deseo es compartir, convertir la escritura en un pequeño acto de comunión humana. Tú, anónimo, y yo, Jesús Miramón, siendo diferentes somos mucho más lo mismo que algo radicalmente distinto. Aunque vivas al otro extremos del mundo.

Raúl Morales dijo...

La envidia es un pecado, pero siento una suerte de envidia sana cuando hablas de esa felicidad, ese equilibrio encontrado junto a tu pareja, y que se vislumbra en esa cosa maravillosa que es lo cotidiano (como lo que cuentas en esta entrada). Quizá se trata de no buscar cosas extraordinarias, sino de vivir en esa "resistencia íntima" cotidiana. Hacer un camino largo junto a una pareja es un triunfo vital de primer orden (el otro sería educar a nuestros hijos... no hay mucho más). Enhorabuena por ello, querido Jesús.

Jesús Miramón dijo...

Muchas gracias, Raúl. Aunque, bueno, el futuro es un enigma - el presente lo es un poco menos. Me gusta tu expresión: "esa resistencia íntima cotidiana".

Nunca deberíamos olvidar que cada día es un misterio; que, como seres humanos, somos exploradores desde que venimos a este mundo hasta el día en el que desaparecemos; y también que somos resistentes, es verdad. Nunca deberíamos olvidarlo.

Un abrazo.

Raúl Morales García dijo...

La expresión no es mía... estrictamente... te recomiendo mucho, mucho, el libro "La resistencia íntima". Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Lo he encontrado. He investigado un poco y me parece muy interesante. Lo apunto a mi lista. Un abrazo, Raúl.