sábado, 2 de septiembre de 2017

Yo no soy Marco Antonio

Al otro lado del pequeño río fluyendo entre hormigón armado, en la Avenida de la Estación, pasa una caravana festiva de peñas que tocan tambores, encienden petardos y gritan y cantan y bailan. Comienzan las fiestas patronales de Barbastro y yo no soy Marco Antonio despidiéndose de Alejandría, sino un misántropo viejo y gordo asomado al balcón refunfuñando obscenidades. ¿Es necesario ese desfile, todo ese ruido?

Odio las fiestas, festejos y festividades a toque de corneta. Amo lo cotidiano y la tranquilidad que me permiten explorar las infinitas cosas extraordinarias que nos rodean a diario, pero ¿las fiestas con fecha preconcebida, los programas de actos? NI HARTO DE VINO.

Y durarán una semana.

8 comentarios:

arponauta dijo...

ánimo (con tapones en las orejas).

Jesús Miramón dijo...

Soy un gruñón, lo sé.

Y gracias!

Grrrrr...

NáN dijo...

Lo mejor es huir esos días, pero si es imposible, lo peor sería "unirse a ellos".

Beauséant dijo...

Cuando me pongo en plan gruñón pienso que es por la edad, el hacerse mayor nos vuelve intolerantes, me digo. Pero luego recuerdo cuando era mucho más joven que en cuanto empezaban las fiestas intentaba encontrarme en casa con la nevera llena para no tener que pisar la calle... Supongo que algunos, simplemente, nacimos con la misma edad que tenemos ahora.

Elvira dijo...

Te entiendo perfectamente. ¡Qué suerte que mi barrio tiene pocos jaleos de esos! Un beso

Jesús Miramón dijo...

Nán, huiré el jueves porque el viernes es el día festivo, pero el resto son laborables... Mucha gente de nuestra edad que puede permitírselo sí que se van, cierran pequeños negocios, etcétera. En fin, paciencia.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Beauséant, a mí me pasa que consumo toda mi empatía en el trabajo, atiendo cada día a decenas de personas y en esas circunstancias mi misantropía (un poco impostada, lo reconozco) desaparece hasta convertirse en algo así como amor generalizado a mi especie. Pero en época de fiestas y fuera del horario laboral puedo permitírmela. Un pequeño y perverso placer.

Jesús Miramón dijo...

Un beso, Elvira. Qué alegría verte por aquí.