sábado, 21 de octubre de 2017

Llovió mucho un día

Llovió mucho un día y todos sonreímos y dijimos: ¡Al fin! Al día siguiente llovió mucho menos y las esperanzas se desvanecieron poco a poco.

El suelo que rodea mi lugar de trabajo, como cada año, está cubierto de los frutos amargos de los maravillosos castaños de Indias que lo rodean.

Busco, deseo, ansío buenas noticias. Paz, entendimiento, fraternidad, todas esas cosas. Y mientras las deseo sufro personalmente.

Por la mañana Maite y yo fuimos a caminar como todos los fines de semana junto al canal, que hoy fluía un poco más bajo que la última vez. Los abejarucos y vencejos y aviones comunes hace tiempo que se fueron en dirección a África. Quedan los cuervos, las tórtolas y los gorriones moros que, en pequeñas bandadas, se trasladan de unos arbustos a otros huyendo de nuestro paseo inofensivo. Bajo las grandes encinas y sus bellotas esparcidas en el suelo había huellas de jabalí, esas huellas hendidas en el barro de las lluvias del otro día.

Busco, deseo, necesito buenas noticias. Y al hacerlo no pienso en mí, que vivo en Aragón, donde todo está en calma; al hacerlo pienso en gente que quiero: en Carme, en Carlus, personas importantes en mi vida y por cuyo futuro, por cuyas experiencias inmediatas, sufro. Pero no hay nada más que pueda hacer además de expresar aquí mi amor hacia ellos.

Son las diez de la noche y he venido a mi pequeño rincón a escribir. No he querido seguir viendo la televisión como he hecho, angustiado, toda la tarde. Me he servido un whisky con hielo. Luego me iré a dormir. Buenas noches. Bona nit. Pateixo. Petons.

9 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Qué bien. Qué bien escrito.

Un abrazo. A ver si la situación mejora para todos

Jesús Miramón dijo...

Qué alegría verte por aquí, Ángel.

Sí, ojalá la situación mejore.

Un abrazo. (Ah, y gracias)

Elvira dijo...

Me identifico con lo que has escrito. Solo que yo sí estoy en medio de todo esto. Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Ay, Elvira, te me quedaste en el tintero. Anoche pensé en dos personas muy próximas a mí "a este otro lado de la pantalla" y me olvidé de los amigos que tengo al otro lado. Contigo he hablado por teléfono más de una vez, y también de este tema. Perdóname.

Un beso.

Beauséant dijo...

Esa misma sensación tuvimos por aquí, parecía que el cielo se había roto y que llovería durante semanas y nada, un día de lluvia y vuelta al calor. Hemos roto algo en el termostato del planeta...

Elvira dijo...

Nada que perdonar, así lo entendí, Jesús. Un beso

Jesús Miramón dijo...

Sí, Beauséant, hemos roto nuestra casa, nuestra habitación de hotel, la nave espacial que nos separa de una muerte inmediata que durará mucho mucho tiempo.

En términos climáticos, a pesar de la increíble aceleración cada vez más exponencial, no creo que ni tú ni yo veamos los instantes más dramáticos.

¿Hay esperanza? Por supuesto. En las situaciones límite lo que identifica a los supervivientes es que siempre tienen esperanza. Aunque tengan que disimularla.

Una especie que ha logrado vivir en el Sáhara y en el círculo polar ártico, una especie que comienza, mucho más lentamente de lo que todos querríamos, a explorar el cosmos, debería saber sobrevivir a las consecuencias de su propia ignorancia.

andandos dijo...

Hemos de quedar al lado del canal, para hablar. Pasé anteayer por allí. Más prosaico: visita a la Bodega Sommos, con mi antena puesta para detectar nacionalismos. Ninguno, el "nosotros inclusivo" no suena ni significa igual allí que en Cataluña. Puede ser que yo esté ciego, no lo descarto.

Comida en Salas Bajas, degustación de platos prácticamente de cocina internacional. después compra de vino en la Bodega "Mateu"de Salas Altas: hemos ido muchas veces y sigue, más o menos, igual, con el abuelo cada vez más mayor (más cascado, que dice él). Ausencia de nacionalismo, apenas un poco de orgullo comarcal y la reseña que en su día hizo El País sobre El Somontano de Barbastro, quizás lo más parecido a La Toscana.

Parada en Barbastro; tiendas, Bar Pirineos, deseo de ir a la Librería Ibor... nada fuera de una tarde burguesa convencional. Llevo las antenas puestas. No sé por qué no percibo síntomas de nacionalismo aragonés. Hay algunas banderas, ahora que caigo. Banderas españolas, ni siquiera aragonesas. Soy aragonés por cuestiones administrativas, pero podría ser de más sitios, si en mi identidad pesaran los aspectos, por ejemplo, artísticos o culturales. Suena un poco pedante, es verdad. Quiero ser berlinés y polaco o ucraniano de Leópolis

Bueno, ya hablaremos.

Jesús Miramón dijo...

No estás ciego, José Luis: es así. El viernes atendí en el trabajo a un señor de Sabadell que se ha venido a vivir aquí, a un pequeño pueblo cerca de Graus. Está jubilado desde hace relativamente poco tiempo, vendió su piso de Sabadell, se compró una casa, la ha reformado y ahora vive aquí. Entre muchas cosas de las que hablamos me dijo. "Qué tranquilidad tenéis aquí, qué felicidad no tener que estar demostrando cada día de qué lado estás o a quién votarías. No sabéis lo que tenéis. Es un paraíso."

En cuanto a tus identidades culturales, ya sabes que te comprendo perfectamente. Yo soy irlandés, concretamente de Innisfree.

Un abrazo.