martes, 3 de abril de 2018

Primera vez

En agosto de dos mil diez alquilamos una casa en Irlanda y al llegar al destino me di cuenta de que había olvidado mi pequeño ajuar de afeitado, y a pesar de que fuimos varias veces al supermercado Dunnes de Galway a comprar comida y bebida, decidí dejarme barba, y así desde entonces.

Pero hoy he entrado por primera vez en una barbería de verdad, un establecimiento especializado. Mi barba es corta, la dejo crecer un mes y después la recorto con una maquinilla, no le presto más atención. Pero hoy me apetecía un pequeño lujo.

Ha sido maravilloso. Estíbaliz, mi barbera y peluquera, me ha recortado la barba con precisión, me ha dado aceites, me ha aplicado toallas de agua muy caliente sobre la cara para abrir los poros del pelo y luego toallas de agua fría, siempre con otra pequeña toalla doblada sobre mis ojos cerrados, imagino que para trabajar más relajada sobre mi rostro tumbado en posición casi horizontal. Me ha afeitado con espuma dos dedos por debajo de la mandíbula y también en la mejilla, sin exagerar. Luego me ha aplicado cosas que olían muy bien. Al salir del establecimiento me sentía feliz.

He decidido que me dejaré crecer la barba sin demasiado control, como venía haciendo hasta ahora, y cuando vuelva a Zaragoza iré a la barbería a que me mimen y la cuiden como yo no sé hacerlo. Las profesiones consisten en eso, ¿no es verdad? También la mía.

6 comentarios:

andandos dijo...

Ya sabes que mi padre también era peluquero, o barbero, mejor. Y su barbería se llamaba, no podía ser de otra manera, "La moderna".
Un abrazo

Elvira dijo...

Di que sí. ¡A disfrutarlo!

Un beso

Marisa dijo...

¡Bien hecho! Mejor disfrutar el proceso que preocuparse del resultado. Buena filosofía.

Jesús Miramón dijo...

¡Es verdad, José Luis, me lo contaste! Barbería La moderna. Un nombre ideal para el negocio del músico de una orquesta. Todo cuadra como una fotografía perfecta.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Ay, sí, Elvira. Repetiré sin duda alguna. Dejaré de ser, sólo por unos minutos, un hombre de una Alaska imaginada y me dejaré mimar la barba. En semejantes condiciones placenteras incluso me estoy planteando dejármela más larga. Un beso.

Jesús Miramón dijo...

Es que el el resultado es una cosa, y está bien, y se notaba a primera vista, pero el proceso fue lo mejor. Una especie de rehabilitación fisioterapéutica (casi me quedo dormido). Ya sabes: el viaje a Ítaca.