domingo, 27 de enero de 2019

Veintisiete de enero

Acabo de colgar el teléfono después de hablar con mi madre. Cumplirá ochenta años. A pesar de sus pequeños fallos de memoria me ha dicho: "¡Ochenta años! Todo lo que venga después es un regalo". Mi padre, de ochenta y tres, leía el Heraldo de Aragón sentado en el sofá. Lo sé porque, durante nuestra conversación, a veces le preguntaba para asegurarse de algo que me había dicho: citas médicas, revisiones, la mejoría de su última operación de cataratas, etcétera.

Le he dicho que estaba totalmente de acuerdo con ella, que a partir de los ochenta, e incluso los setenta años, cada día es un regalo. Le he dicho: "Mamá, piensa que tienes un hijo que cumplirá cincuenta y seis años, ¡cincuenta y seis años!", y se ha echado a reír, algo que me ha gustado mucho, que me ha emocionado. "¡Es verdad!", ha dicho. "¡Madre mía, tengo hijos de cincuenta y seis años!", ha dicho, (tengo un hermano gemelo).

Hemos hablado un buen rato. A veces perdía un poco el hilo de la conversación pero era ella, Natividad Arcos, mi madre. Su voz, su amor. Hemos hablado de nietos, de mi prima Nati, hija de mi tío Tomás, que murió con dieciséis años, guapa, hipi, maravillosa; hemos hablado de mi primo Bernardo Arcos, que murió en un accidente de tráfico con poco más de treinta. Si pienso en ellos todavía lloro. Tragedias.

No sé, la vida, como escribí el otro día, es algo muy raro. ¿Ochenta años? Si los alcanzo, cosa que dudo, diré como mi madre: "¡Nunca pensé que viviría tanto tiempo!". Cuatro hijos, cuatro familias compuestas por buenas personas, personas muy buenas, con principios y sin estridencias; diez nietos y nietas preciosos. A mí, si soy sincero, no me importaría morir dejando una herencia así.

2 comentarios:

NáN dijo...

Es muy emocionante lo que cuentas, Jesús. Una familia grande y unida es una bendición. La alegría de tu madre al decir que tiene hijos de 57 años me ha llegado con tu relato desde vuestro teléfono hasta la pantalla de mi ordenador (que guarde Dios unos cuantos meses más sin tener que llevarlo a revisión; llevar en una mano un bastón y con la otra el portátil grandote no es apetecible).

Jesús Miramón dijo...

Vida, querido Nán. Intento articular mi vida, la vida. Dar testimonio.