domingo, 17 de febrero de 2019

Diecisiete de febrero

Siempre de Barbastro a Zaragoza y de Zaragoza a Barbastro (antes lo fue de Binéfar a Zaragoza y de Zaragoza a Binéfar). Creo que nuestra querida y vieja Picasso, con sus catorce años y trescientos treinta mil kilómetros, se sabe la carretera de memoria.

A medida que nos alejábamos de la provincia de Zaragoza y nos acercábamos a la de Huesca el color del paisaje variaba suavemente del ocre al verde y aparecían, al fondo, las cumbres nevadas de la cordillera.

Maite tiene, entre otros muchos, el superpoder de ser capaz de leer o corregir exámenes a mi lado sin marearse. Ha corregido muchos en todos estos años. ¡Sin marearse! ¿Podéis creerlo? Le dan igual las curvas, los baches, lo que sea. Eso sí, me pide silencio y la radio apagada, algo que tampoco me importa demasiado primero: porque me lo pide ella, y segundo: porque me encanta conducir oyendo sólo el ruido del motor y nada más. Me relaja muchísimo, y yo soy alguien que, por mi naturaleza, necesita relajarse. Mucho.

4 comentarios:

Elvira dijo...

Me parece alucinante que pueda corregir en el coche. Envidia me da. Con lo que me costaba a mí corregir...

Un beso

Jesús Miramón dijo...

A ver, que ya me he equivocado dos veces contestándote. Decía que yo, a menos que esté delante del volante, me mareo mirando el móvil. ¿Es o no es el suyo un superpoder?

Un beso.

andandos dijo...

Doy fe de que tu mujer ha influido decisivamente en algunos alumnos. Cualquier día se encontrarán, en la calle, tu mujer y mi hija.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Sé que es verdad. Está mal que lo diga siendo su pareja, pero Maite es una profesora maravillosa. Y además de tu Elena lo he visto en otras personas, incluso en el coro (Teresa Vilaplana, la hija de nuestra directora, fue alumna suya). Yo sé las horas que dedica a corregir y preparar las clases, lo suyo es vocacional y se nota.. Si leyera esto me reñiría, pero ella pasa de mi blog, vive, como yo, en su mundo. Y estas páginas no las lee ni yo le pido que las lea.

Un abrazo, José Luis.