sábado, 18 de mayo de 2019

Dieciocho de mayo

Se ha quedado dormida a mi lado. Yo escribo en la mesa baja del salón con los cascos puestos. La televisión está apagada (Eurovisión nos importa lo mismo a ella y a mí). Ayer fue su cumpleaños. Es una ventaja que no lea este diario. Imagino que alguien pensará: "¿Es su pareja y no lee lo que escribe en internet?". Pues sí, no lo lee: lo vive. Estamos juntos desde los dieciocho o diecinueve años, y nunca la he querido tanto. Hemos madurado juntos. Es preciosa. Durante mis crisis depresivas y de ansiedad supo estar a mi lado sin decir nada, sólo ahí, amándome. Todavía no sé exactamente por qué me quiere porque, en muchos sentidos, soy un desastre, pero sé que, sin su amor, yo me habría perdido para siempre en un bosque muy oscuro. Ahora mismo me río en silencio porque está absolutamente dormida en la butaca. No le molesta el ruido de las teclas. La miro y pienso que soy el ser humano más afortunado de la tierra y del sistema solar y de la galaxia. Y eso es todo por hoy.

4 comentarios:

Elvira dijo...

Pues es una lástima que no lo lea. Es hermoso y destila verdad.

Un beso

andandos dijo...

Yo creo que nos damos cuenta de esto cuando llevamos más de treinta años juntos. Antes es una lotería que esperamos que nos toque.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Bueno, querida Elvira, recuerda cuando eras profesora. Ella trabaja mucho en casa. Me lee muy de vez en cuando. Imagino que algún día leerá esto, no lo sé. No es muy de redes sociales y esas cosas.

Un beso.

Jesús Miramón dijo...

Las relaciones de larga duración, como el buen vino, son mejores (si hay amor, claro) cuando más tiempo ha pasado. Es un amor de larga maduración.

Un abrazo.