martes, 7 de mayo de 2019

Siete de mayo

Fue un día largo. Los martes abrimos también por la tarde, como he escrito tantas veces aquí.

Son las once y cuarto de la noche y la hora en la que la carroza se convertirá en una calabaza se acerca sigilosamente; ese acuerdo colectivo por el que a partir de las doce horas todo vuelve a comenzar.

Tengo sueño y espero dormir bien, profundamente, adentrándome hasta el fondo de eso que sucede cuando cerramos los ojos, ese misterio que acaso no lo sea para nadie salvo para nosotros.

Despierto busco la belleza y dormido también, me gusta pensar. A veces me acuerdo de lo que he soñado y a veces no.

Me doy cuenta de que no conozco casi nada de lo que significa existir y estar aquí, sentado ahora mismo frente a mi pequeño escritorio, escribiendo estas palabras. No conozco casi nada y exploro desde hace decenas de años, incansablemente desde que apenas era un flaco adolescente que se planteaba si al cerrar los ojos el mundo seguía sucediendo o era una ilusión visual.

Aquí persisto.

No he aprendido nada, pero continúo.

3 comentarios:

NáN dijo...

Persiste. No hagas como yo que hace más de una semana que no abro el ordenador y no he visitado los escasos blogs en los que entro.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Persisto. Ya sabes que los aragoneses, aunque lo seamos por adopción, somos muy tozudos. Además todavía siento mucha curiosidad.

Yo tampoco visito otros blogs, lo cual me hace sentirme un poco mal y egoísta. Pero es lo que tiene hacerse mayor, que uno hace lo que quiere porque ya no le importan las consecuencias. Porto me envía a veces por WhatsApp artículos suyos que cree que pueden interesarme (siempre acierta).

Por otra parte el formato blog está casi muerto. Y no me importa. La fiebre colectiva pasó y quedamos los del principio. Mi intención es, además de dar testimonio, literaria. No me afectan las modas.

Un abrazo, Nán

Portarosa dijo...

Un abrazo.

Entonces seguiré mandándotelos, sin abusar.