jueves, 23 de mayo de 2019

Veintitrés de mayo

Despierto de la siesta sin saber si es por la tarde, por la noche o por la mañana. Me asomo al gran ventanal de la nave y contemplo el nuevo planeta, sus junglas extrañamente uniformes y compuestas de un pequeño número de especies de plantas u organismos parecidos a los antiguos helechos de la tierra. Más allá, bajo el cielo de color blanco, se adivinan altas cordilleras de pizarra que brillan a la luz de los dos soles. Todavía no hemos encontrado fauna, aunque durante la noche escuchamos gañidos en la selva, sonidos parecidos a los que hacen los cachorros humanos, maullidos de gato. Desconocemos qué animales o plantas los emiten. Todo es nuevo aquí, como en los planetas anteriores. Ya no recuerdo cuándo tuve por última vez un bebé entre mis brazos.

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