viernes, 6 de diciembre de 2019

Seis de diciembre

La tierra estaba fría y musgosa a primera hora de la mañana, cuando hemos empezado a varear los olivos de mi padre. La de este año ha sido una mala cosecha, el fruto era pequeño y muy difícil de soltar de las ramas, pero hemos reído, hemos hecho bromas sobre lo primitivo de nuestra tecnología y finalmente hemos llevado a la almazara unos cuantos sacos. Hemos tenido que esperar nuestro turno y luego, aprovechando el viaje, hemos comprado en la tienda aceite sin filtrar, puro zumo de aceite de oliva virgen extra de color amarillo, opaco a la luz, que la chica nos ha llenado directamente de la linea de circulación del aceite recién exprimido. Al salir al aparcamiento con las bolsas de papel en las manos hacía frío a pesar de la lejana presencia de un sol incapaz de impedirlo.

2 comentarios:

Fackel dijo...

Solo leer tu texto materializo en imágenes y se me hace la boca...aceite. Mora que soy yo aceitero.

Jesús Miramón dijo...

El aceite es de lo mejor del mundo. Que se lo digan a los españoles que andan desperdigados por esos mundos nórdicos donde se vende a precio de perfume.