sábado, 7 de diciembre de 2019

Siete de diciembre

Nos hemos acercado a un gran centro comercial, hay quien dice que uno de los más grandes de Europa, para recoger un producto que compramos hace unos días por internet. A pesar de que el puente laboral invitaba a los zaragozanos a irse a esquiar o a cualquier otro sitio, la cantidad de personas que había en ese centro comercial era algo inimaginable. Villancicos norteamericanos a todo volumen, luces de navidad por todas partes, y gente, muchísima gente (como nosotros, claro). En otro tiempo no lo hubiera soportado, lo cual indica cuánto he mejorado.

2 comentarios:

Fackel dijo...

Aquí materializo menos la imagen porque sigo teniendo profunda aversión a los macrocentros de esa guisa. La masificación -tanto de primates como de mercancías- así como la contaminación lumínica interior (al menos para mí lo es y dañina) provocan que yo siga sin mejorar por ese lado.

Jesús Miramón dijo...

Anda, y yo. Quien me conoce sabe que odio profundamente los centros comerciales, sobre todo en fechas como estas. Pero a veces no es uno solamente el que toma decisiones. La vida familiar consiste en ceder de vez en cuando, entre otras cosas.