sábado, 7 de julio de 2012

Ermitas antiguas

De madrugada las calles desiertas se convierten en ermitas antiguas, auditorios técnicamente perfectos donde el mínimo susurro se escucha en todo el universo. ¿Qué podría ocultar? Camino sobre un suelo que rueda bajo un cielo que gira.

jueves, 5 de julio de 2012

domingo, 1 de julio de 2012

Calima

El rítmico sonsonete de los aspersores no oculta el eco de los coches que circulan por la carretera al otro lado del muro. Al pasar junto a la piscina me doy cuenta de que el agua se ha convertido en mercurio líquido bajo un cielo nocturno en el que flota una luna turbia a causa de la calima que asciende del mar. Han anunciado lluvias para mañana y no nos importa: M. y yo estamos solos por primera vez en casi veinte años. El mismo lugar, un tiempo diferente.

sábado, 23 de junio de 2012

Nitidez

Salgo a la terraza y la brisa nocturna me estremece. A pesar de que son más de las tres de la madrugada se escuchan algunas voces de fiesta dos o tres calles más allá, gritos que poco a poco se extinguen hasta desaparecer. Alzo la vista y me sorprende la profusión de estrellas, su existencia, su nitidez.

domingo, 17 de junio de 2012

Todo eso

Piensa en tu primer amor, aquel que sirvió para que aprendieras a localizar el lugar exacto de tu corazón. Piensa en una guerra de cien años. Piensa en el peso de tu hija recién nacida la primera vez que la tuviste entre tus brazos. Piensa en la sangre acumulada bajo la arena de circos cuyas ruinas son hoy pasto de turistas. Piensa en los músculos de las piernas de Neil Armstrong unos segundos antes de descender por la escalerilla del módulo lunar. Piensa en la infancia de tus padres. Piensa en la temprana muerte del pobre Mozart. Piensa en el aristócrata que marcó la página del libro antes de salir de su celda camino de la guillotina. Piensa en la playa de Omaha la mañana del seis de junio de mil novecientos cuarenta y cuatro, escucha todo eso.

viernes, 8 de junio de 2012

Una época histórica

Antes de acudir al ensayo con mi coro pedaleo en la bicicleta estática durante una hora contemplando los entrenamientos libres del Gran Premio de F1 de Canadá. También los ciudadanos romanos acudían al Coliseo mientras su imperio se desmoronaba para dar lugar a otros que también se desmoronarían. Pedaleo sin moverme del sitio mientras los pilotos alcanzan velocidades de más de trescientos kilómetros por hora y me pregunto si vivir una época histórica es esto que yo estoy haciendo. Pero todas las épocas, con crisis o sin crisis, son históricas (como cada latido cardíaco, desde el de Cleopatra hasta el del último y olvidado niño esclavo, es vida en este mundo).

lunes, 4 de junio de 2012

Una nueva oportunidad

Camino de la estación de autobuses le digo a Paula que me gustan los lunes porque siempre nos ofrecen una nueva oportunidad.

domingo, 3 de junio de 2012

Quinientos kilómetros

Ceno un yogur y subo aquí antes de irme a dormir. Estoy tan cansado. Antes apenas me hacían mella quinientos kilómetros pero ahora los noto, vaya si los noto. Quinientos kilómetros ida y vuelta es la distancia que separa esta mesa del pueblo donde nací y donde esta mañana mi preciosa sobrina Celia, la hija mayor de mi hermana, ha hecho la primera comunión. Después de la ceremonia hemos ido a comer a nuestro restaurante favorito y a eso de las siete nos hemos despedido de todos y hemos emprendido el camino de vuelta. Continúa gustándome devorar kilómetros, disfruto de ese ejercicio hipnótico en el que el flujo del tiempo parece materializarse en paisaje y asfalto pero sí, lo cierto es que ahora me canso más que antes. Claro que hoy tal vez existía un motivo: a las tres de la madrugada me despertó el golpeteo de la lluvia en la claraboya. Como me había acostado muy temprano no lograba recuperar el sueño y decidí sumergirme en las tierras de Poniente y el Norte más allá del muro. Miles de diminutos dedos de lluvia continuaban repiqueteando en el cristal del techo cuando poco antes del amanecer, casi sin darme cuenta, me dormí.

sábado, 2 de junio de 2012

Después del ensayo

Después del ensayo fuimos al Chanti a tomar una copa. Sentados alrededor de una de las mesas de su terraza disfrutamos de la frescura nocturna y la conversación amigable. Qué vivas sonaban nuestras voces y nuestras risas en la madrugada. Casi parecíamos a salvo.