Hoy llovió durante tal vez cuarenta o cincuenta minutos. La felicidad que nos envolvió a todos fue tan intensa como efímera, y mientras miraba desde la ventana de la cocina pensé en semejante privilegio. El cielo grisáceo sobre los edificios del otro lado del río. Los latidos de mi corazón a pesar de todo. Llovió un poco. Pude contemplarlo.
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