Observo conmovido el rescate de los
mineros atrapados en Chile, las emocionantes escenas de su llegada al mundo exterior tras más de dos meses sepultados, y también las entrecortadas imágenes tomadas desde el interior del refugio que muestran a la cápsula de salvamento asomando milagrosamente en el techo de roca, esa
estrecha cabina que, con un hombre en su interior, recorrerá seiscientos veintidós metros atravesando la tierra rumbo a la superficie, a la luz, al aire fresco y los seres queridos; esa cápsula que se llama Fénix e inmediatamente me hace pensar en Julio Verne.
Durante el tiempo que ha durado el rescate he pensado sobre todo en el último minero, ese que tendría que estar casi una hora a solas en el fondo.
ResponderEliminarTienes razón, ahí está de nuevo el visionario Julio Verne.
Un beso
Esa hora debió durar otros treinta y tres días.
ResponderEliminarBolo
Setenta días.
ResponderEliminarBolo
Yo también estoy emocionada. Un beso
ResponderEliminarEn pocos meses van a hacer la película (incluso he oído en alguna emisora que le han propuesto el papel a Javier Bardem, con la manía que me da), les han invitado a asistir a partidos de fútbol del Real Madrid y del Manchester United, ¡Apple les regala un iPod a cada uno! ¿No es absurdo todo eso?
ResponderEliminarPero yo me quedo con las escenas donde se abrazaban con sus mujeres, hijos, novias, madres, amigos, todos gente humilde, rasgos indígenas, jerseys de lana. Vale, reconozco que yo soy uno de los cientos de millones de personas de todo el mundo que lloraron viendo cómo se abrazaban.
Besos.