El grillo que cantaba a comienzos de
octubre calló al cabo de pocos días, probablemente sin haber logrado reproducirse a esas alturas del año. Ahora hiberna en la profundidad de su agujero, inmóvil como una pieza de orfebrería. A miles de metros de altitud los aviones de pasajeros surcan el cielo nocturno. Alguien que vuelve a casa duerme en su asiento junto a la ventanilla, y sueña.
Voto por que continues el diario.
ResponderEliminarHe dicho.
A diario no (hasta el próximo mes que me de por ahí), pero seguiré escribiendo, las estaciones son cinco y yo necesito escribir como respirar.
ResponderEliminarLa madre Tierra, ¿verdad?, protegindo a su grillito, que soñará con apareamientos felices.
ResponderEliminarLo siento por el grillo, pero así es la vida en este raro planeta. Mientras unos duermen ajenos a todo, los otros pasan por encima de él cargados de sueños.
ResponderEliminarHola, Nán, leí que viven entre cuatro o cinco años, nunca pensé que fuesen tan longevos.
ResponderEliminarUn planeta raro pero raro raro ¿eh? Tan raro como para bullir de vida en medio de un universo frío e inmenso. Su existencia y la de sus pobladores es algo que resulta difícil de creer.
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