Conduzco de noche detrás de otros coches y furgonetas y camiones que también acuden al trabajo. Al girar en la primera rotonda para entrar en la autovía me sitúo durante un momento frente al Este, donde el cielo comienza a clarear débilmente sobre la línea del horizonte anunciando un nuevo día -y esto es una gran verdad- nunca antes repetido en la historia del mundo; un nuevo día todo entero para mí.
Mi abuelo decía que no había nada más grande que ver amanecer.
ResponderEliminarTengo un familiar joven que irremediablemente va perdiendo el control de su cuerpo y rápidamente desaparece.
ResponderEliminarMe siento a su lado y me pregunta si estoy bien (él, me lo pregunta a mí, cariñosamente); no quiero mentirle y le digo que estoy muy bien; me responde "también yo estoy muy bien, a veces me entristece un poco ver la tristeza en los otros. Solo pienso en el día que estoy y solo hago planes, como mucho, para mañana".
Creo que los dos estáis diciendo lo mismo. Con la misma grandeza de espíritu. Y no, no es un héroe, tú tampoco; es un hombre feliz, con sus 1.604 CDs de música.
Y no lo hay. ¿Cómo puede haber algo más grande que el comienzo de todo lo que va a suceder?
ResponderEliminarTu familiar es un hombre sabio, Nán.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, sobre todo eso -que es una gran verdad- de que cada día es nuevo, diferente y desconocido. ¡Qué difícil es a veces recordar eso tan obvio!
ResponderEliminarHola, Miguel, no deberíamos olvidar nunca lo obvio, ni tampoco esperar a tener la necesidad de recordarlo porque ya no nos queda más remedio.
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