Tras algo más de veinticuatro de horas en ayunas ya me he recuperado de la gastroenteritis. A mi padre le está costando un poco más. Imagino que esa es la diferencia entre tener 58 años y 85.
Hoy ha sido una mañana de trabajo "suave": sin parar pero sin aglomeraciones ni situaciones incómodas como otros días. Yo, como un recién resucitado, limpio por dentro y por fuera, estaba tranquilo, sereno, consciente de algo que nunca he sabido muy bien cómo definir: fugacidad, toda esta levedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario