martes, 25 de julio de 2017

Sólo hay que escribirlo

El sonido de las hojas de los árboles agitadas por el cierzo que empuja violentamente las ramas siempre me gustó. Me recuerda al cuchicheo de las palabras y, cuando se calma, al silencio. Los flujos y reflujos que suceden en la absoluta oscuridad de los órganos internos de mi cuerpo.

En el exterior mis vacaciones se aproximan a su fin. Me gusta mucho mi trabajo pero podría acostumbrarme fácilmente a tocarme los huevos cada día. Sí, eso es algo que podría hacer sin ningún inconveniente.

Por otro lado, ¿qué queda de lo que fui alguna vez? O, también: ¿qué queda de lo que quise ser alguna vez?

¡Que salten todas las alarmas como en el interior de un submarino!¡Torpedos melancólicos acercándose a toda velocidad! Y sólo hay que escribirlo para, oh, milagro, tener el poder de hacerlos desaparecer instantáneamente en unas aguas inventadas. Glaucas. Verdes. Grises. Blancas.

Los árboles de la calle se agitan ruidosamente de un lado a otro. No es nada nuevo, y sin embargo.

4 comentarios:

andandos dijo...

Me gusta mucho, Jesús, ya hablaremos.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Gracias, José Luis, un abrazo.

Juan Avellana dijo...

Últimamente, y cada vez más, mi pensamiento va a su aire: o sea, que no se ocupa de asuntos que yo me proponga razonar, sino de asuntos que aparecen y se repiten solos (como los temas de una pieza musical, por usar un símil). Al leerte esta tarde acabo de darme cuenta de que uno de ellos es la identidad. Justo como tú lo presentas: como algo pasado, acabado, resuelto.
Pero lo que más me ha deslumbrado es esa equiparación entre lo que era y lo que quería ser. Sospecho que igual nunca he llegado a distinguirlos, no sé. Se me ocurre ahora.
¡Cuántas veces te he leído lo que me pasa! Muchas gracias, Jesús.

Jesús Miramón dijo...

A mí, como puedes ver, me pasa lo mismo: mi pensamiento va su aire (aunque, por el mero hecho del ritmo cardíaco y respiratorio que nos acompaña, siempre es música, lo queramos o no).

Muchas gracias a ti, Juan, por leerme desde hace tantísimo tiempo, y por lo que dices al final: a mí me pasa contigo y con otros pocos y pocas blogueras: os leo lo que me pasa. Qué expresión más afortunada. ¿Es atrevido decir que en mi opinión esa es la verdadera literatura?

Un abrazo fuerte,

Jesús