Muchas de mis ambiciones se cumplieron. Se cumplirán mañana. Ambiciones pequeñas, diminutas, casi inexistentes. Gano y pierdo batallas cada día. Batallas sin prisioneros y batallas piadosas en una sucesión sin orden ni concierto, al albur de la corriente del río que me arrastra. Todo ha ocurrido y todo ha de suceder.
lunes, 14 de marzo de 2016
Robinson
Esta sensación tan adolescente de sentirme un náufrago, más allá de la recíproca satisfacción de mis relaciones personales: amigas queridas, algunos pocos queridos amigos; queridos hermanos, padres queridos; mi querida mujer, mis queridos hijos.
No me falta amor que recibir ni ofrecer. De hecho me siento más inexplicablemente amado de lo que nunca podría quererme yo a mí mismo.
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Vuelvo a despertar en la playa. Las olas acarician y abandonan mis pies desnudos. El sol brilla con fuerza sobre los cocoteros. Me levantaré y sé lo que sucederá. Lo leí.
lunes, 7 de marzo de 2016
Geología
Leo que ha muerto Harnoncourt, uno de mis directores de orquesta favoritos entre todos. Poco a poco se desvanecen: sentí la mista tristeza cuando cruzó el río Claudio Abbado.
Cada uno de nosotros vivimos y respiramos en alguno de los estratos geológicos de la historia del mundo. Este abrir y cerrar de ojos. Aquella línea de arcilla fosilizada en las montañas del futuro.
Leo que ha muerto Nikolaus Harnoncourt y siento que algo dentro de mí ha vuelto a nacer, a comprender.
Johann Sebastian Bach: Kantata BWV 147 - Nikolaus Harnoncourt.
Anotado por Jesús Miramón a las 00:26 | Diario , Música , Nombres propios
jueves, 3 de marzo de 2016
Naves
Con el debate político español sonando y resonando en mis oídos salgo a fumar a la terraza de nuestro piso en Zaragoza. No siento frío, aunque he de precisar que mi percepción del frío es similar a la de un oso polar.
El viento agita la copa de las palmeras y pinos de los jardines residenciales donde duermen las ruidosas cotorras argentinas que desde hace años colonizan la ciudad.
Desde mi atalaya observo a los vecinos que han sacado a pasear a sus perros. Sobre los edificios las nubes navegan impulsadas por el cierzo. La luz de la gran ciudad se refleja en ellas transformándolas en el vientre de inmensas naves extraterrestres.