Todos esos campos de cebada y trigo inundados de amapolas son un fracaso del agricultor. Uno de ellos me lo confirmó el otro día: las amapolas son un fracaso. El rendimiento económico no entiende de belleza ni de lujos semejantes.
Los apicultores odian a los abejarucos que masacran las colmenas para alimentar a sus polluelos. Poco importa que sean una de las aves más hermosas de las que regresan desde África cada año: se alimentan de abejas.
Yo compro mi comida en el supermercado. Lo hago con indiferencia, yendo de una sección a otra empujando mi carrito sin belleza alguna.
viernes, 27 de mayo de 2016
Abejarucos
domingo, 15 de mayo de 2016
Cretácico superior
Han regresado los abejarucos con sus vibrantes colores propios de aves tropicales. Los apicultores que atiendo desde hace años en el trabajo los ven como enemigos, y soy capaz de entenderlo, pero esta mañana, caminando junto al canal con mi mujer, no podía dejar de admirar su vuelo fugaz de alas pequeñas e iridescentes. En algunas encinas escuchábamos el canto creativo de los mirlos. Todavía no han llegado los vencejos. Una cigüeña grande y majestuosa nos sobrevoló durante un momento como si planease en el cielo del cretácico superior. Delicados brochazos de amapola en los campos de cebada. El sonido de nuestros pasos sobre el suelo.
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