domingo, 10 de junio de 2018

Su heraldo

Alguien, al otro lado de mi mesa de trabajo, me dijo a principios del mes pasado que si llovía el diez de mayo llovería hasta el diez de junio. Debió ser un agricultor como lo son gran parte de las personas que atiendo en mi trabajo. Hoy es diez de junio y ha llovido suavemente a pesar de los truenos lejanos.

Los vencejos de alas de guadaña cubiertas de grasa volaban sobre el río. Hace pocas semanas lo hacían sobre rebaños de cebras, sobre jirafas y acacias, sobre grupos de leones durmiendo a la sombra de los arbustos cerca de los restos de su presa más reciente.

Vencejos, aviones comunes, lavanderas, tórtolas turcas, gorriones -mis favoritos entre todos.

El tiempo, como el agua de color chocolate del río Vero, señal inequívoca de tormentas en las montañas más arriba; el tiempo, digo, me acompaña hasta el punto de sentir a veces que yo mismo soy su heraldo, su mensajero, su prueba carnal más evidente.

martes, 5 de junio de 2018

Existir en vez de no existir

Por la mañana mi hija volaba de regreso a Bergen mientras yo atendía a decenas de seres humanos al otro lado de mi mesa, unos detrás de otros sin parar.

Finalmente no llovió, aunque los esculturales y altísimos cúmulo nimbos navegaron amenazantes sobre Barbastro durante todo el día.

Una cosa sé: la vida continúa como la necesidad de cocinar para comer, los besos pequeños, la configuración del despertador para mañana, las más básicas necesidades corporales.

No ignoro, como tú, que todo este inmenso misterio que es existir en vez no existir es algo absolutamente extraño, algo totalmente incomprensible, pero si podemos compartir todo este asombro tal vez, después de leer estos mensajes náufragos, podamos tumbarnos sobre la cama a altas horas de la noche, cerrar los ojos y abandonarnos al incierto destino sabiendo que no estamos solos.