viernes, 30 de marzo de 2007

No es justo

No es justo, no
es necesario
escribir nada.

No es nuestro deber
y salvación.

martes, 27 de marzo de 2007

Un escenario

¿Fuma? No, lo dejé el año pasado. ¿Alcohol? Sí, eso todavía no lo he dejado. ¿Cuánto? Vino en las comidas, no siempre, y algún whisky por la noche. El médico, que es más joven que yo, escribe en el formulario: bebedor moderado. Estoy en ese momento vital: algunos médicos son más jóvenes que yo, algunos profesores de mis hijos son más jóvenes que yo, etcétera. La enfermera que hace unos minutos me ha extraído sangre tenía aspecto de ser un poco mayor que yo, ahora que lo pienso, aunque con las mujeres es muy difícil adivinarlo. Le ha costado encontrarme la vena. ¿No te irás a desmayar, verdad?, me ha preguntado. No, todo lo contrario, me gusta mirar, le digo, antes de contemplar con curiosidad cómo la aguja penetra lentamente en mi carne, cómo bombea la sangre oscura hacia el interior de la jeringa. ¿Has traído la muestra de orina? Oh, sí, perdona, me había olvidado. Con el brazo izquierdo doblado para evitar el hematoma del pinchazo saco del bolsillo derecho de mi abrigo un pequeño recipiente de plástico lleno hasta la mitad y se lo entrego. Ella le adhiere una etiqueta con mis datos y lo guarda en una bandeja junto a las meadas de otras personas. Cerca hay otra bandeja, más reducida, con muestras de sangre. Me parece observar que la mía es más negra que las demás, y estoy a punto de comentárselo a la enfermera cuando ésta me dice que regrese a la sala de espera, que el doctor me llamará a su despacho. Qué absurdo, ¿a cuento de qué habría de ser mi sangre más oscura que la de los demás? Me siento en una de las sillas individuales de diseño. Son las nueve y cuarto de la mañana en Huesca. Giro la cabeza para echar un vistazo por la ventana, que en esa zona de la clínica se abre a un feo, degradado y típico patio trasero con sus contenedores de basura y unos cuantos palés amontonados en una esquina. Parece un escenario. Esta mañana también lo parecía la calle donde vivo, a ochenta kilómetros de aquí. Eran las seis y media y no se veía a nadie. No hacía mucho frío, como sucede siempre antes del amanecer. Qué cruda era la luz de las farolas. Una voz de barítono pronuncia mi nombre. Me levanto y el médico que es más joven que yo esboza una sonrisa desde el quicio de la puerta. Entro. Él se sienta detrás de su mesa y yo me siento al otro lado. Dice: voy a hacerle unas pocas preguntas, ¿de acuerdo? Adelante. ¿Fuma? No, lo dejé el año pasado.

sábado, 24 de marzo de 2007

Literatura

Un pollo de corral limpio y listo para asar,
seis litros de leche semidesnatada,
dos masas de pizza frescas,
un kilo y medio de naranjas de postre,
tres kilos de patatas,
dos bandejas de borrajas lavadas,
cuatro cajas de tomates cherry,
una bolsa de espinacas,
una bolsa de rúcula,
dos fuets,
una docena de botellines de cerveza,
un chorizo dulce,
un manojo de espárragos trigueros,
una botella de whisky escocés,
medio kilo de espaguetis,
queso parmesano,
queso feta,
una bandeja de ternasco,
queso roquefort,
crema de camembert,
pan de molde sin corteza,
café,
té verde,
agua mineral,
dos bolsas de patatas fritas,
una caja de pastillas para el lavavajillas,
papel higiénico húmedo,
medio kilo de macarrones,
suavizante para la lavadora,
dos docenas de huevos,
un kilo de arroz,
atún en aceite,
dos latas de berberechos,
una lata de calamares en salsa americana,
un kilo de kiwis,
tres latas de mejillones en escabeche,
cuatro latas de aceitunas rellenas de anchoa,
doscientos cincuenta gramos de cacahuetes,
papel de aluminio,
té rojo,
un frasco de colonia infantil,
ciento setenta y seis con veintinueve euros.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Despertar

Lo primero en despertar es mi oído: uh-uuuh, uh-uuuh, zurea una tórtola en el exterior. Abro los ojos. El dormitorio es un espacio de sombras azuladas. Me doy la vuelta en la cama para mirar la puerta que da a la terraza: la luz de la calle es pálida y gris. Hasta que el sol no esté un poco más alto no aparecerán los colores. La casa está en silencio. Hoy he sido el primero. No es frecuente que me despierte sin ayuda del reloj, pero ayer estaba agotado y me acosté temprano. Ahora, después de ocho horas de sueño profundo, me siento fresco, recuperado, expectante. Dentro de unos minutos me levantaré en silencio y vaciaré mis intestinos, me ducharé, me afeitaré, me vestiré, prepararé los almuerzos de mi familia, tomaré un café con leche. Dentro de unos minutos. No ahora mismo. Uh-uuuh. Uh-uuuh. La luz está cambiando. Los colores comienzan a resucitar.

jueves, 15 de marzo de 2007

Había un perro

Había un perro de edad indefinida en la puerta del edificio donde trabajo, esperando obedientemente a su dueño. Me he acercado a él y le he dicho “hola”. Ha movido el rabo. Me he puesto en cuclillas y le he acariciado el cuello y el lomo. Era un buen perro y me ha permitido mirar de frente el abismo de sus ojos sin mostrar inquietud. Durante unas milésimas de segundo me ha parecido verme reflejado en ellos. Algo parecido a la paz ha invadido mi corazón. No sabría explicarlo.

martes, 13 de marzo de 2007

Astilleros

No es que pensara que al hacerse adulto dejaría de soñar, pero le sorprende seguir haciéndolo con la misma intensidad que cuando era pequeño. Esta noche, por ejemplo, caminaba a través de las calles de una ciudad familiar y al mismo tiempo extraña. A pesar de las horas transcurridas recuerda perfectamente la claridad de los muros y las aceras bajo un cielo cubierto de nubes negras. Astilleros. La tensión del aire anunciando la tormenta. Balcones antiguos en las fachadas. El olor del mar.

domingo, 11 de marzo de 2007

Suavidad

El viernes despedimos a un compañero que se jubilaba. Él, además de colega, es también granjero y agricultor, y nos regaló una docena de huevos de su corral a cada uno, y abrió una botella de vino dulce casero para acompañar unos pasteles que había comprado.

Ayer sábado recorrimos dos veces los doscientos cincuenta kilómetros que hay entre esta mesa y el huerto de mis padres. De nuevo nos reuníamos todos, algo que no sucedía desde Navidad. Coches aparcados en batería, niños de diferentes edades corriendo y chillando por doquier, platos y bandejas de comida, buena bebida, en fin, lo de siempre (maravillosamente "lo de siempre"). Me sentí feliz al ver casi totalmente recuperada a mi hermana pequeña, con quien había estado por última vez a finales de febrero en un hospital de Pamplona.

Hoy el domingo ha transcurrido lenta y pacíficamente. Al mediodía he preparado una fideuá de sepia, y por la noche me he ensimismado de tal modo pelando patatas que al final he tenido que hacer dos tortillas en vez de una. Ahora tengo en la boca el sabor del ajo picado de la ensalada de tomate, y no me desagrada. Bebo un sorbo de whisky. Levanto la vista y contemplo la inmóvil cortina exterior de la terraza. Aunque el viento se ha calmado puedo sentir cómo mi mundo se precipita suavemente.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Cambios

El tiempo ha cambiado bruscamente. Ayer a las tres, cuando me detuve en la carretera comarcal para observar el cuerpo de un jabalí atropellado, lucía el sol sobre los campos de color esmeralda y los almendros blancos; hoy a la misma hora llovía en forma de ráfagas violentas que agitaban el coche y hacían caer los pétalos de los árboles.

Al llegar a casa me he dado cuenta de que un pequeño charco de agua se había infiltrado por la puerta de la terraza, así que he ido a buscar un periódico viejo para repartir sus hojas sobre la zona. Siempre me pasa lo mismo: qué interesantes me parecían ahora los artículos y noticias que había dejado pasar de largo en su día. Han tenido que llamarme a la mesa por tercera vez para que dejase de leer las páginas que a continuación iban a absorber la lluvia invasora.

domingo, 4 de marzo de 2007

Ciencia ficción I

La tierra, marzo de dos mil siete. No existen colonias humanas en otros planetas, ni siquiera en la luna. Una joven española estudia una partitura en un apartamento en Salzburgo. La estación espacial internacional orbita a trescientos ochenta y seis kilómetros de altura, la máxima distancia que una población estable de nuestra especie ha logrado alcanzar en el espacio. La floración de los almendros ha dado comienzo a la temporada de los apicultores.