Doy de comer a mi madre con una cucharilla de café. Últimamente come peor, en el Centro de día donde la cuidan de lunes a viernes han comenzado a alimentarla con una jeringuilla, ellas no pueden estar una hora con cada residente. Poco a poco mamá va perdiendo reflejos y movimientos instintivos; su organismo, su cáscara de huesos y piel, pierde diminutas batallas cada día. Mientras intento que se coma el puré de garbanzos que mi hermano Javier preparó para ella, mi corazón y mi cerebro sienten un dolor agudo, crónico, sin piedad. El Alzheimer es una enfermedad muy cruel. Mamá dejó de habitar este mundo nuestro hace mucho tiempo, y mi deseo es que una noche duerma para no despertar nunca más, no aquí, no así. Pero mi padre la quiere viva, la quiere presente en su vida, la ama demasiado para dejar ir su cáscara. Por eso nuestra paciencia para darle de comer es infinita, media cucharilla de café a media cucharilla de café, esperando el movimiento de su laringe al tragar para introducirle un poco más de alimento, algo que logramos una de cada cinco o seis veces. Yo la contemplo a pocos centímetros de mí y pienso en lo injusto que es todo esto. Deberíamos dejarla ir y honrar su vida maravillosa y vibrante hasta hace unos años. Mi padre se despierta tres o cuatro veces cada noche para constatar que Nati duerme, y respira, y su cuerpo está caliente, nos dice Jesús. Ochenta y cinco años ella y ochenta y nueve años él. Este es el largo final del viaje. No falta amor pero tampoco crudeza. Me doy cuenta de que así sucederá para todos nosotros, y me alegro de haber registrado mi testamento vital: no quiero terminar mi experiencia de esta manera, y espero que mis representantes legalmente nominados, mi mejor amigo y mi hija mayor, cumplan mi voluntad de ser sedado y marchar: no quiero acabar mi vida como mi madre está acabando la suya. Mañana le volveré a dar de comer con toda la paciencia del mundo, disimulando mis sentimientos para no entristecer a papá. Me diré a mí mismo que no pasa nada, que hay que vivir el día a día; me lo diré a mí mismo como se lo diría compasivamente a un amigo. En realidad siento que es la única manera, que así debe ser, mientras todo lo ignoro.
sábado, 18 de octubre de 2025
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