Llueve en todas partes, a menudo demasiado y de modo desastroso, menos aquí. Pasan los días y el otoño se huele en el aire. Sigo vivo. Iba a escribir que más o menos pero no: en este caso o se está vivo o se está muerto, y un muerto no puede escribir un diario, al menos en este mundo extraño. Leí que hace casi un millón de años mi especie estuvo a punto de extinguirse, que sólo habitábamos este planeta unas mil doscientas personas. Todos nosotros provenimos de aquellos pequeños grupos que sobrevivieron. Por alguna razón leer esa noticia no me sorprendió enormemente: me fascinó, eso sí (vale, de acuerdo, a mí me fascina casi todo). Y no me sorprendió porque, por alguna razón que no soy capaz de articular, desde que era muy, muy joven, tuve o sentí la consciencia de que el azar rige el mundo. Nuestros antepasados sobrevivieron a acontecimientos climáticos o geológicos; otras especies humanas, como los neandertales, no lo hicieron. Hubiera podido suceder al revés. Somos supervivientes, y tal vez lo seamos durante algunos miles o millones de años más. Vivimos una novela, un relato, un poema, que todavía no ha terminado.
jueves, 14 de septiembre de 2023
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2 comentarios:
Me gustó tu relato, y también el anterior, y el que sigue, pero eso ya sabías o intuías (por mi comentario). He leído tu última entrada. Ya volviste de Bergen?
Sí, estuvimos en la casa de mi hija y su pareja en Bergen. Fueron unos días maravillosos. Mucha montaña, spanish food (que cocinaba yo con muchísimo gusto), y todo su amor hacia nosotros. Buenos días en Bergen. Volveremos.
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