jueves, 10 de febrero de 2022

Cuarenta días

He leído que una abeja vive menos de cuarenta días, visita al menos mil flores y produce a lo largo de toda su vida casi una cucharada de miel. Casi. Es una información que me ha resultado interesante y a la vez muy sorprendente: cada cucharada de miel es un poco menos que el fruto de la vida entera de una abeja voladora sobre los campos entre los árboles y arbustos. Siento en mi interior que existe un desequilibrio en alguna parte: no sé si cuando vierto miel en mis tostadas para untar en el café con leche o, simplemente, en mi conciencia.

Hoy he comido un chuletón entreverado de grasa, una maravilla que he disfrutado como el carnívoro de mandíbulas manchadas de sangre que soy; un chuletón muy poco hecho. ¿Y entonces? La abeja no muere para que yo pueda disfrutar de su miel, pero el pedazo de vaca que me he comido pertenece a un animal muerto.

Convivo con todas estas cosas. La razón y el deseo. El conocimiento y la ignorancia. Lo que debería hacer y lo que quiero hacer. Lo que me gustaría ser y lo que soy.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Como viajar en el tiempo

He dormido una siesta de hora y media. Al despertar ya no era de día. Ha sido como viajar en el tiempo. Hubiera podido despertar con veinticinco años de edad o con ochenta. Durante unos segundos no sabía quién era, dónde estaba, en qué lugar del mundo.

martes, 8 de febrero de 2022

Transiciones

Desde pequeño trataba de averiguar la frontera de las cosas. En qué momento dejaba de ser de día para pasar a ser de noche. En qué momento justamente dejaba de estar despierto para estar dormido. Momentos de transiciónes suaves, invisibles, imperceptibles.

Son las ocho menos diez de la noche. Hace tiempo que se hizo oscuro y tengo sueño, aunque es demasiado pronto para acostarme. Y todo es casi siempre así.

He ido al baño a hacer pis y luego me he mirado en el espejo. ¿En qué momento me convertí en lo que soy ahora? Todo es casi siempre así.

lunes, 7 de febrero de 2022

Arena en la playa

Somos nuestro cerebro, lo sé bien. He conocido a mi madre toda mi vida, literalmente, claro. Sé cómo es, cómo era. Contemplé desde pequeño su maravillosa relación con mi padre, el hombre más guapo y más bueno que existe en este planeta, pero en el último tramo de sus vidas en este mundo llegó al Alzheimer y puso todo patas arriba, sus vidas y también las nuestras, las de sus hijos e hija, que les queremos con locura.

Pero no pasa nada, es la realidad de miles y millones de familias en el mundo en este mismo instante; pero sucede todo: esta cruel realidad del pequeño y minúsculo universo que es mi familia y superaremos con mucho amor, este minúsculo grano de arena en la playa.

domingo, 6 de febrero de 2022

Andamios

Durante algunas semanas tuvimos andamios en la terraza de nuestro piso de Zaragoza. Era una vista terriblemente fea desde el salón, tan fea que bajábamos la persiana hasta el suelo. Pero por fin terminaron los arreglos en los balcones y fachada y hemos vuelto a recuperar el paisaje de siempre. Nuestro edificio tiene la suerte de erigirse frente a un gran colegio infantil y estamos a muchos metros de las fachadas del otro lado. Podemos ver la línea urbanizada del barrio y el cielo sobre ella. Es bonito teniendo en cuenta que se trata de una gran ciudad.

Si alguien me preguntara ¿por qué siempre escribes al final del día, tan tarde, incluso cuando ya es el día siguiente?, le contestaría: porque es el instante de hacer recuento, porque me da miedo hacerlo antes, porque no sé absolutamente nada de nada.

Voy a irme a la cama a dormir, como cada día desde que vine a este mundo extraño, raro e insólito. Todo es tan extraño, tan raro, tan insólito.

sábado, 5 de febrero de 2022

La historia de mi vida

Sé lo que debería hacer casi al detalle, punto por punto, día tras día, mes tras mes, y lo sé porque ya lo hice en el pasado reciente, aunque no ahora mismo. ¿Por qué? Porque lo que debería hacer no me produce el mismo placer que lo que hago. Así que, como ya he hecho otras veces a lo largo de mi existencia, debo elegir entre el placer y su contrario, que no es exactamente el sufrimiento pero sí algo parecido y sordo que no sabría definir con exactitud.

Y esta es la historia de mi vida: largos periodos de hedonismo irresponsable con fugaces etapas de responsabilidad monacal. Me gusta imaginar que no soy el único ser humano a quien le sucede esto en nuestro planeta. Mi carne es débil y mi curiosidad infinita.

viernes, 4 de febrero de 2022

Algo así

Mi vida no es complicada, pero me gustaría que lo fuese todavía menos. Algo así como el extremo de una canoa que, lentamente, rompe el agua del ancho río atravesándola. Los pájaros en los árboles de la orilla. Las nubes blancas en el cielo azul. Algo así.

jueves, 3 de febrero de 2022

Bruguera Historias Selección

Me siento agotado sin saber por qué. No todo podemos ni debemos saberlo (esto es algo que me gustaría poder decirles a los usuarios que se sientan al otro lado de mi mesa de trabajo).

La vía láctea que atraviesa el cielo nocturno de nuestro planeta es una anécdota del tamaño de un grano de arena en el desierto. A veces me gustaría conocer menos, saber menos, vivir al margen de la exploración, conformarme con lo que puedo modificar, con lo que está en mis manos, pero es imposible. La culpa es de los libros de Bruguera Historias Selección que mis padres nos ponían cada navidad la mañana de reyes. Robinson Crusoe, Los hijos del capitán Grant, Mil y una leguas de viaje submarino, Robin Hood, La isla del tesoro, y también la colección de Los cinco de Enid Blyton, y todos los que vinieron después. No puedo conformarme. Ya es tarde para eso.

Me acostaré, cerraré los ojos y los abriré en una isla desierta, en otro planeta a millones de años luz de aquí o en el Nautilus del capitán Nemo, a kilómetros de profundidad bajo el océano, en la fosa de las Marianas.

miércoles, 2 de febrero de 2022

Llámala amor

Mi vida, como la tuya, es compleja, un mapa de territorios que a veces se mezclan y a veces no.

La noche se extiende sobre esta pequeña ciudad como el cansancio sobre mi corazón.

Yo, como tú, nado, floto, me aproximo a la playa, camino a través de los prados y los bosques bajo el cielo.

Confieso que estos días me cuesta mantener mi estoicismo, mi comunión universal, todo eso.

Pero he de decir que los últimos sucesos de mi vida familiar no han logrado que la llama de mi interior se apague del todo. En la oscuridad brilla una brasa. Llámala amor, llámala supervivencia.

Llámala amor.

martes, 1 de febrero de 2022

Elefantes o rinocerontes

Nuestro organismo hace muchas cosas al margen de nuestra voluntad. Los pulmones se llenan de aire y se vacían, el corazón late a 68 latidos por minuto, nuestro estómago digiere la cena, el hígado filtra las sustancias tóxicas y nos protege de nosotros mismos hasta donde puede hacerlo.

No estoy muy seguro de pensar las cosas que yo quiero pensar y escribir. Tengo dudas respecto a eso. Mi cerebro es un órgano como mis pulmones, mi corazón, mi estómago o mi hígado.

¿Por qué debería creer que todos los órganos del terrícola que soy actúan por su cuenta y mi cerebro no? No tengo en absoluto la sensación de controlar lo que pienso y escribo en estos diarios. Aunque mantengo, es verdad, un filtro mínimo que me impide escribir cosas demasiado íntimas y probablemente decepcionantes, sí, es verdad, pero, al margen de ese filtro mínimo que mantienen activo un puñado de neuronas, ¿qué control tengo realmente sobre mis pensamientos más allá del oficio de escribir y articularlos en palabras y frases y párrafos, algo que hago desde que tenía doce años?

A menudo mi cerebro es un órgano contra el que combato inútilmente. Sólo dispongo de tratamientos semejantes a los que utilizan los científicos para salvar a los elefantes o los rinocerontes de Masai Mara. Un disparo, caída, medición, análisis de sangre, inyección, y un levantarse en medio de la sabana tambaleante pero vivo.

El mundo me interesa mucho. Su pasado, su futuro. La prehistoria, la ciencia ficción. Me interesa saber, básicamente, de qué cojones va todo esto, toda esta película a la que yo, mientras escribo ahora mismo, pongo una banda sonora de Bach. ¿Qué es lo que veo y siento? ¿Por qué mi madre, enferma de Alzheimer, ha tirado esta noche un vaso de vino con gaseosa al rostro de mi padre, que la cuida día a día? ¿Por qué merece la pena vivir cuando ya no eres tú sino algo parecido a ti? ¿Por qué no tenemos un botón bajo la piel en el homoplato, en una nalga, en el tobillo, para apagarnos?

Yo mañana me lo instalaría sin dudarlo. Qué arma para vivir; saber que sin desagradables ahorcamientos, caídas de edificios o disparos en la cabeza podríamos tener el control de nuestra existencia. Posiblemente sería el único acto de nuestra vida producto de nuestra voluntad sincera, o loca, o enferma, o desesperada, pero verdaderamente nuestra.