Sé lo que debería hacer casi al detalle, punto por punto, día tras día, mes tras mes, y lo sé porque ya lo hice en el pasado reciente, aunque no ahora mismo. ¿Por qué? Porque lo que debería hacer no me produce el mismo placer que lo que hago. Así que, como ya he hecho otras veces a lo largo de mi existencia, debo elegir entre el placer y su contrario, que no es exactamente el sufrimiento pero sí algo parecido y sordo que no sabría definir con exactitud. Y esta es la historia de mi vida: largos periodos de hedonismo irresponsable con fugaces etapas de responsabilidad monacal. Me gusta imaginar que no soy el único ser humano a quien le sucede esto en nuestro planeta. Mi carne es débil y mi curiosidad infinita.
sábado, 5 de febrero de 2022
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1 comentario:
Es cierto, no siempre lo contrario de lo placentero es el dolor; para mí lo opuesto al goce puede ser a veces sencillamente la indolencia, la pasividad, el anonadamiento por nada.
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