Sí, somos un suspiro, pero en ese parpadeo caben no solamente nuestras vidas sino todas las que nos precedieron. Frente a mi ventana el río casi seco por la sequía a duras penas avanza hacia el mar. La estrellas, muchas de ellas muertas hace millones de años, brillan en el cielo sobre la pequeña ciudad. Seremos alcanzados, no importa cuan rápido corramos a través de la noche, a través del día, a través de los campos de cebada, a través del mundo: seremos alcanzados, desapareceremos y las cosas seguirán sucediendo como cuando existíamos. Siempre fue así. No pasa nada. Lo importante es, en mi opinión, no desfallecer en la exploración, no desfallecer en amar y ser amados, no desfallecer en la curiosidad, en el ejemplo inconsciente, no desaparecer en la memoria de quienes conservan la brasa del fuego que se encendió hace miles y miles de años. La vida no es una cerilla que se consume, es una antorcha que pasa de mano en mano. Luz en la oscuridad.
viernes, 11 de febrero de 2022
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