En los últimos dos o tres años he pasado por tantos estados de ánimo diferentes que mi conciencia está agotada. No rendida: sólo cansada, tumefacta.
Hace tres meses que terminé con éxito el tratamiento farmacéutico contra la depresión y las crisis agudas de ansiedad que padecía, y ahora, ya curado, me siento como el náufrago que se ha salvado del desastre pero, alcanzada la playa, apenas conserva las fuerzas necesarias para ponerse en pie sobre la tierra firme.
Metáforas, alegorías, subterfugios... Bah, seguramente he leído demasiados libros y he visto demasiadas películas. Mi cerebro es capaz de recrear una imagen para todo, un paisaje para todo. No estoy seguro de que eso sea una ventaja.
viernes, 13 de febrero de 2015
Un paisaje para todo
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4 comentarios:
No me quiero extender escribiendo de lo que sé (ya sabes que tuve una depresión en 1986 y otra en el 2003).
Solo quiero decir que lo de tener “un paisaje para todo” me parece una idea perfecta. No solo hemos leído muchos libros y visto muchas películas; hemos vivido, oído y visto demasiadas cosas. Y me temo que prestando atención. Tampoco yo estoy seguro de que eso “sea una ventaja”... Ser más “simples” es posible que lo haga todo más sencillo. Pero ni sueñes con que eso está a tu alcance.
Las fuerzas para levantarse de la orilla del mar en el que se ha naufragado, se recuperan poco a poco: es cuestión de bioquímica cerebral, de cantidades diminutas de esto y de aquello.
Lo que amamos sigue ahí, en la arena de la playa y la selva que empieza a 15 o 20 metros.
Te hace falta un Viernes.
Un abrazo.
La selva ahí mismo, a 15 o 20 metros. Es verdad. Gracias, Nán.
Mañana es lunes: un pequeño año nuevo.
Un abrazo para los dos.
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