Hoy operaban de varices a Maite. Una intervención ambulatoria, sin demasiado riesgo de complicaciones. Hemos acudido a la clínica y, efectivamente, todo ha ido bien. Yo estaba muy nervioso, muy preocupado, tenía miedo. Últimamente todo me emociona y me conmueve, lloro con anuncios publicitarios idiotas, siento palpitaciones sin venir a cuento, vuelven los avisos de ataques de pánico. Pensaba que había dejado eso atrás pero, de algún modo, yo me he rezagado y ello me ha alcanzado, o me sigue los talones, no sé. La operación ha ido muy bien. Cuando su cama ha regresado a la habitación impulsada por un amable celador me he sentido tan feliz que se me han humedecido los ojos. Sabía que la intervención no era de alto riesgo pero qué sé yo, mi imaginación es demasiado, es demasiado para mí y demasiado para cualquiera. Maite no sólo es mi mujer, la madre de mis hijos, mi pareja, mi compañera, es también mi amiga, mi hermana, mi consejera, quien más y mejor me conoce, un ser humano tan excepcional que nunca llegaré a comprender de verdad por qué sigue a mi lado, cómo puede amarme siendo yo un desastre en tantos sentidos. Tengo un problema muy grande: no comprendo la vida, la existencia. Voy a cumplir sesenta y tres años, voy a ser abuelo el año que viene y no comprendo el mundo, el universo, la naturaleza. Me fascina, despierta al explorador infantil que hay en mí, hace temblar las delicadas y endebles raíces de mi raciocinio, pero no comprendo qué cojones es todo esto. No lo comprendo. Y eso, a menudo, me hace sentir vértigo, un vértigo sordo pero físico y emocional. Soy esposo y padre, seré abuelo; soy hermano, amigo, compañero de trabajo; soy vecino, una presencia casual en el lavadero de coches o en la cola de un supermercado. Soy uno de los ocho mil millones de personas que habitan este planeta que gira alrededor del sol. Besé los labios de Maite cuando regresó del quirófano, ella dijo algo muy gracioso, todavía drogada por la sedación, y sentí el calor físico de la felicidad, fue como si de la planta de mis pies surgieran raíces hacia el centro de la tierra, y también de mi cabeza atravesando hacia arriba plantas y plantas de hospital hasta salir de la estratosfera y enfrentarse a la oscuridad del vacío estelar. Todo está bien.
martes, 16 de diciembre de 2025
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