Qué inmenso cansacio. Me gustaría salir de mi casa y correr en los campos bajo la noche, pero me costará cierto pequeño esfuerzo alcanzar la cama de mi dormitorio. Sí, me siento derrotado, pero mi corazón todavía palpita detrás de las costillas. ¿Qué soñaré hasta que mañana se haga de día? No lo sé. Mi corazón palpita detrás de las costillas.
martes, 15 de febrero de 2022
Los dioses saben
Una señal inequívoca de que no estoy tan bien como contesto cuando me lo preguntan es que me gusta más el final del día que el principio. ¿Qué tal estás? Bien, gracias (quiero que esto acabe y acostarme y despertar siquiera durante unas horas en otro sitio). El final del día me aproxima a una tranquilidad que durante la mayor parte de mi vida tuve durante el día y ya he perdido. Es así. Amo con el mismo amor, me dejo querer más que nunca, pero es así. Oh, los dioses saben que me gustaría ser de otra manera. Más racional, más práctico, no sé. Lo he intentado, sigo intentándolo. Compartimentar las situaciones y los sentimientos que ellas me provocan. Ahora mismo eso ya no me funciona, aunque durante un largo tiempo sentí tener las riendas y el control en mi mano. En estos momentos de mi vida me gustaría poder pincharme una inyección que disipara de mi mente los pensamientos negativos que no aportan nada, el sufrimiento que no aporta nada: lo que soy. Y tomo mi medicación cada mañana con un vaso de zumo de naranja, pero me temo que ya no alcanza a cumplir sus objetivos. Sólo me satisface la belleza, la belleza nada más. Mi pareja que me acompaña en el camino, la música, el cine, lo poco que leo cuando estoy así. Pero también esto pasará, como pasaré yo y todo el amor que siento y sentí una vez; como pasará la enfermedad y la vida de mi madre y la de mi padre y la mía y la de mis hijos. También esto pasará. La pequeña muerte diaria de cada noche me consuela como una simulación, un entrenamiento dulce y sin dolor. Mañana no existe aún.
lunes, 14 de febrero de 2022
Nubes
Ya en Barbastro, después de haber estado el sábado y el domingo con mis padres, me sirvo un whisky con hielo sintiéndome culpable de todo lo que alguien puede sentirse culpable. Llovió un poco durante el día. Hablo por teléfono con mi padre y me cuenta que Nati no quiere ponerse el pijama y le insulta gravemente. Mamá tiene Alzheimer y su espíritu se revela en medio de la incomprensión, la nada, lo que no existe. Debo luchar contra mí mismo para estar a la altura de esta época que, como sucede en tantas familias del mundo, nos está tocando vivir; debo impedirme a mí mismo el profundo e infinito dolor que siento si quiero ser útil. La noche llegó hace horas. Ojalá mañana lloviera sin parar durante días y días. Días y días y días y días y días. Noches y noches y noches de lluvia. Nubes. Días. Noches.
domingo, 13 de febrero de 2022
Ya cantan
Acabo de despertarme tumbado en el sofá de nuestra casa en Zaragoza. Me quedé dormido viendo la ceremonia de entrega de los premios Goya de la Academia de cine español. Son las cinco y media de la mañana. Odio estas cosas, pero he descubierto que algunos pájaros ya cantan entre los árboles, puedo escucharlos a pesar de que todavía no ha aparecido la luz. Mi caballo negro ha dejado de galopar y ahora sólo quedo yo, que me dirigiré a la cama como un reo de sí mismo, y dormiré unas horas más. La vida también era esto.
sábado, 12 de febrero de 2022
Un caballo negro
Llega la noche y lo único que querría es montar en un caballo negro y galopar hasta alejarme de esta gran ciudad rodeada de desierto. Galopar bajo las estrellas hacia ninguna parte, lejos del ruido de las calles, lejos del ruido de mis pensamientos; galopar y galopar.
viernes, 11 de febrero de 2022
Luz en la oscuridad
Sí, somos un suspiro, pero en ese parpadeo caben no solamente nuestras vidas sino todas las que nos precedieron. Frente a mi ventana el río casi seco por la sequía a duras penas avanza hacia el mar. La estrellas, muchas de ellas muertas hace millones de años, brillan en el cielo sobre la pequeña ciudad. Seremos alcanzados, no importa cuan rápido corramos a través de la noche, a través del día, a través de los campos de cebada, a través del mundo: seremos alcanzados, desapareceremos y las cosas seguirán sucediendo como cuando existíamos. Siempre fue así. No pasa nada. Lo importante es, en mi opinión, no desfallecer en la exploración, no desfallecer en amar y ser amados, no desfallecer en la curiosidad, en el ejemplo inconsciente, no desaparecer en la memoria de quienes conservan la brasa del fuego que se encendió hace miles y miles de años. La vida no es una cerilla que se consume, es una antorcha que pasa de mano en mano. Luz en la oscuridad.
jueves, 10 de febrero de 2022
Cuarenta días
He leído que una abeja vive menos de cuarenta días, visita al menos mil flores y produce a lo largo de toda su vida casi una cucharada de miel. Casi. Es una información que me ha resultado interesante y a la vez muy sorprendente: cada cucharada de miel es un poco menos que el fruto de la vida entera de una abeja voladora sobre los campos entre los árboles y arbustos. Siento en mi interior que existe un desequilibrio en alguna parte: no sé si cuando vierto miel en mis tostadas para untar en el café con leche o, simplemente, en mi conciencia.
Hoy he comido un chuletón entreverado de grasa, una maravilla que he disfrutado como el carnívoro de mandíbulas manchadas de sangre que soy; un chuletón muy poco hecho. ¿Y entonces? La abeja no muere para que yo pueda disfrutar de su miel, pero el pedazo de vaca que me he comido pertenece a un animal muerto.
Convivo con todas estas cosas. La razón y el deseo. El conocimiento y la ignorancia. Lo que debería hacer y lo que quiero hacer. Lo que me gustaría ser y lo que soy.
miércoles, 9 de febrero de 2022
Como viajar en el tiempo
He dormido una siesta de hora y media. Al despertar ya no era de día. Ha sido como viajar en el tiempo. Hubiera podido despertar con veinticinco años de edad o con ochenta. Durante unos segundos no sabía quién era, dónde estaba, en qué lugar del mundo.
martes, 8 de febrero de 2022
Transiciones
Desde pequeño trataba de averiguar la frontera de las cosas. En qué momento dejaba de ser de día para pasar a ser de noche. En qué momento justamente dejaba de estar despierto para estar dormido. Momentos de transiciónes suaves, invisibles, imperceptibles. Son las ocho menos diez de la noche. Hace tiempo que se hizo oscuro y tengo sueño, aunque es demasiado pronto para acostarme. Y todo es casi siempre así. He ido al baño a hacer pis y luego me he mirado en el espejo. ¿En qué momento me convertí en lo que soy ahora? Todo es casi siempre así.
lunes, 7 de febrero de 2022
Arena en la playa
Somos nuestro cerebro, lo sé bien. He conocido a mi madre toda mi vida, literalmente, claro. Sé cómo es, cómo era. Contemplé desde pequeño su maravillosa relación con mi padre, el hombre más guapo y más bueno que existe en este planeta, pero en el último tramo de sus vidas en este mundo llegó al Alzheimer y puso todo patas arriba, sus vidas y también las nuestras, las de sus hijos e hija, que les queremos con locura. Pero no pasa nada, es la realidad de miles y millones de familias en el mundo en este mismo instante; pero sucede todo: esta cruel realidad del pequeño y minúsculo universo que es mi familia y superaremos con mucho amor, este minúsculo grano de arena en la playa.