lunes, 18 de mayo de 2009

Días de equipaje

M. regresó ayer a casa y la familia vuelve a estar reunida. Llegó un poco más delgada y con herpes labial, el precio mínimo que ha de pagar una profesora cuando viaja durante una semana con sus alumnos de quince años. El próximo veinticinco de mayo es C. quien se va a Valencia de viaje de fin de Primaria, y más tarde, durante todo el mes de Julio, P. residirá en Canadá becada por el Gobierno de Aragón. Días de equipaje, días de despedidas y reencuentros.

lunes, 11 de mayo de 2009

Igual que la tormenta

Igual que la tormenta que
acaba de pasar sobre nosotros,
de ese mismo modo,
canicas de hielo
cayendo violentamente
sobre la terraza, sobre
el tejado, sobre los coches
aparcados en la calle,
bum, bum, bum,
miedo, fin, apocalipsis,
así al principio y
después, casi sin
darte cuenta, sólo la
lluvia, la mansa lluvia.

viernes, 8 de mayo de 2009

Copos de algodón

Soy el primero en llegar al lugar donde trabajo. Abro con mi llave el candado de la puerta de cristal, entro en el espacio oscuro, enciendo las luces, subo las persianas y abro las ventanas batientes para que el frescor temprano limpie la atmósfera cargada de plástico y zumbido de ordenador. La luz del exterior es pálida, tímida, de una opacidad residual que comienza a temblar imperceptiblemente camino de la transparencia. Qué frondosos están ya los castaños de indias del jardín. La pequeña ciudad se pone en marcha como el mecanismo de un reloj. Pronto el aire se llenará de los copos de algodón de las semillas de chopo.

jueves, 7 de mayo de 2009

La hora del asedio

Mi mayor enemigo regresa puntual a la cita. Cómo echaré de menos los días de abrigado descanso, el frío que adelgaza los dedos y tensa la piel del rostro, cómo echaré de menos la lluvia, los charcos, la escarcha, el vaho del aire caliente de los pulmones flotando delante de la boca. La hora del asedio y el combate ha regresado. No aspiro a vencer sino a sobrevivir, me espera una larga travesía hecha de sudor, moscas y sopor animal. Sus días de avanzada ya me han atacado y embrutecido. No perderé la calma. O sí, tal vez sí, odio tanto el calor, odio tanto el verano.

sábado, 2 de mayo de 2009

Felices, exultantes

Cuando los amigos se encontraron
después de tanto tiempo
se abrazaron y rieron
felices, exultantes.

En el momento de la despedida,
días después,
se abrazaron y lloraron
felices, exultantes.

martes, 28 de abril de 2009

Sin título

A veces las cosas que me envuelven dejan de tener sentido. Sucede de pronto, sin previo aviso, como si se derrumbase el telón y una intempestiva ráfaga de viento barriera el escenario. Lo que hago en esos momentos es tratar de emular la indiferencia del viento, distanciarme de mi conciencia humana, dejar que el vértigo pase sin ofrecer resistencia, sin hacerme preguntas.

domingo, 26 de abril de 2009

Suavemente

Llovió durante toda la tarde.
Llovió durante toda la noche.
Llovió durante todo
el día siguiente. Suavemente
llovió y llovió y llovió.

jueves, 23 de abril de 2009

Regresaron

Los vencejos familiares regresaron a sus viejos nidos del alero de mi casa, y tras ellos, unos días más tarde, llegaron los rebaños de ñus, los grupos de jirafas, las piaras de facoceros, los leones acechando entre los contenedores de plástico y de cartón.

miércoles, 22 de abril de 2009

Doce años

Querido hijo mío, mi príncipe, mi tesoro, mi luz, mi afán, me cuesta creer que hoy cumples doce años. ¡Doce años! ¡Pero si ayer, como quien dice, no pesabas nada en mis brazos, cordero contra mi pecho, ojos de cielo! ¿Sabes que cuando supimos que ibas a ser niño tuve miedo? Como lo oyes. Sí, no te rías, yo estaba tan acostumbrado a criar a tu hermana de cinco años, tan acostumbrado a su dulzura de nena pequeña, que me preguntaba si sería capaz de desenvolverme del mismo modo con un varón, con un chico como tú. Qué tontería, ¿verdad? Porque cuando llegaste resultaste ser más cariñoso y dulce que nosotros tres juntos. Quiero que sepas que tus abrazos y tus besos me han salvado muchas veces. Días aciagos se convertían mágicamente en los mejores cuando al salir del colegio venías corriendo hacia mí arrastrando la chaqueta por el suelo. Ahora eres mayor y ya no voy a buscarte. Estoy acostumbrándome a tu lenta deriva, como hice con tu hermana. Lo que no debes olvidar jamás es que te quiero más que a mi vida, y que así será siempre. Feliz cumpleaños.