A las cuatro de la madrugada, bajo un cielo de relámpagos secos, llevo a P. a Zaragoza, de donde saldrá en autobús hacia Madrid, de donde saldrá en avión hacia Londres, de donde saldrá en vuelo transoceánico hacia Calgary, en Canadá. Conduzco vigilante pero ningún animal cruza delante del coche, tal vez la tormenta eléctrica los retiene en sus madrigueras. La carretera está desierta. Las señales de tráfico brillan vivamente al ser reflejadas por la luz de los faros. A nuestro alrededor, alrededor del padre, la hija y el equipaje que viaja en el maletero, se extiende el mundo cubierto de minerales y plantas. Océanos lejanos. Bosques oscuros. Una urbanización de casas de madera que rodean un lago. Una calle. Un jardín delantero. Una puerta.
sábado, 4 de julio de 2009
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8 comentarios:
Señor Micro/Macrocosmos, quizá la tormenta haya aminorado un poco la insufrible temperatura
Ah, porca miseria, no ha sido suficiente, signorina: ahora mismo, viniendo de comprar pan, treinta y tres grados (que vale, que no son los treinta y ocho del otro día, pero es calor). Por aquí las tormentas de verano, más que para refrescar, sirven básicamente para joder las cosechas.
Hoy no te voy a hablar de tu entrada sino de la foto de cabecera. La miro y no puedo apartar al vista de ese mar duro y fuerte. Es como si me hubiera atrapado. Casi puedo olerlo, oir su furia. Es increible.
Será una experiencia magnífica para ella que compensará, seguro, el desasosiego de la distancia (sobre todo de los que se quedan).
Un saludo.
Hola, Añil, esa foto de portada es de la playa de la Vega, en Asturias, hace dos años. Aquí puedes ver todas las que aparecen aleatoriamente en la cabecera del blog (y saber dónde se hicieron). Cuánto me gustaría estar en esa playa ahora.
Hola, A filla, ella está entusiasmada, tratando de adaptarse al cambio horario (ocho horas menos que aquí) y dispuesta a aprender y explorar. Nosotros, como es lógico, somos felices si ella lo es.
¿Y por cuánto tiempo se va, Jesús, que no lo recuerdo?
Supongo que los nervios no te los quita nadie, ni la penilla en la despedida. Así que te toca disfrutar con ella.
Un abrazo.
Regresa la madrugada del dos al tres de agosto. Nos comunicamos a través del correo electrónico y el móvil y nos cuenta que está muy contenta, descubriendo muchas cosas y conociendo a personas interesantes. Hecha de menos, como suele suceder, nuestra comida. Un abrazo, Portorosa.
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