Conduciendo de regreso a Binéfar una cigüeña cruzó el cielo sobre la carretera. Ella volaba de derecha a izquierda y el río Cinca fluía de izquierda a derecha bajo el viaducto. Yo, a pesar de mis intenciones y las recomendaciones de mi doctora, pensaba en el miedo de muchas de las personas a las que había atendido por la mañana, incapaz de deshacerme de su eco en mi cabeza. Pero todavía quedaban diez kilómetros para llegar a casa, tal vez fueran suficientes. Y además estaba el río y aquella cigüeña tan grande, tan absurda.
miércoles, 30 de mayo de 2012
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11 comentarios:
Espero que esos 10 km y la cigüeña y el río fueran suficientes para ir dejando volar las preocupaciones. Digan lo que digan, ser buena persona pasa factura demasiadas veces.
Un beso
Fueron más o menos suficientes, pero ¿cómo relativizar la situación que estamos viviendo cuando cada mañana se sientan al otro lado de mi mesa algunas de sus víctimas?
Conducir me ayuda mucho: siempre digo que los treinta kilómetros que separan mi casa de mi lugar de trabajo son una bendición.
Un beso, Elvira. Y buenos días.
O sea, que se trata de eso. No me extraña.
Un abrazo.
Es difícil relativizar, porque el miedo y la angustia tienen resonancia. Lo bueno es que hablaste de lo absurdo y creo que El cabo de hornos no te hubiera dado el espacio que Las cinco estaciones te da. Me alegro poder compartir nuevamente sentimientos en tu blog, que es una casa con puerta abierta. Esta mañana pensaba en dos entradas cortas, la primera "Cierro la puerta y ando al horizonte" y la segunda "Abro la puerta y tomo la guitarra". Hay cierta consonancia, creo, pero no estoy seguro. No publicaré estas dos entradas, ya basta que lo dije aquí.
Un abrazo
En eso te gano, Jesús: de mi casa al trabajo hay 40, que tienen que ser suficientes.
Un abrazo
Me explico: con ese cerrar de la puerta pensaba en dejar atrás o escapar de lo que me preocupa, y con el abrir de la puerta pensaba en enfrentar cualquier cosa, buena o mala, que debo o quiero hacer y hacerlo con gusto. No pensaba en cerrar el blog.
Se trata de eso y también de otras cosas, pero sobre todo de eso, sí. Un abrazo, Porto, y feliz cumpleaños de nuevo.
Un abrazo, José Luis, tenemos que quedar un día de estos.
Ay, el lenguaje, tan fácil, tan difícil siempre el lenguaje. Pero en cualquier caso yo no pensé que hablaras de cerrar tu blog, Giovanni. Un abrazo.
Me parece que, después de todo, lo menos absurdo, lo que más sentido tiene, es la cigüeña y el río. Y tú, observándolos.
Ángela, me has hecho caer en la cuenta de que es cierto, en realidad lo único que no es o no debería ser absurdo es la cigüeña y el río (y las nubes y las flores del arcén de la carretera y todo lo que pertenece a la naturaleza).
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