Ayer a las once de la noche caí rendido en la cama y exactamente seis horas más tarde, a las cinco de la madrugada, desperté. La claraboya del techo era un rectángulo de oscuridad en la oscuridad, pura noche cerrada sin atisbo de la inminencia del amanecer.
martes, 13 de noviembre de 2012
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8 comentarios:
http://youtu.be/PanDXTF74W0
(no encuentro una versión mejor...)
Es bueno saber que va a amanecer, aunque no lo parezca. Un beso
Gracias, Eponelep, no conocía esa pieza. Nosotros cantamos dos o tres canciones de Taizé en algunas misas. Son preciosas (aunque el grupo de vídeo, bueno, supongo que como todos los demás hace lo que puede... ).
Siempre contamos con ello, ¿verdad? Amanecerá.
Un beso, Elvira.
La preparación del café podría ser ese atisbo, aunque pueda durar bastante tiempo antes de que la primera luz anuncie suave y casi invisiblemente el amanecer de otro día.
Realidad en la realidad
En realidad esa es la realidad: nacemos, envejecemos y morimos mientras se hace de noche y de día una y otra vez. Y sin embargo
qué milagro.
De ahí la importancia de ser conscientes de lo que nos rodea, sin distinguir entre lo pequeño y lo grande, simplemente porque está ahí y lo podemos disfrutar.
Lo pequeño y lo grande es lo mismo, Nán, ya lo sabes.
Un abrazo.
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