Yo, cuando se suceden tan precipitadamente tantos acontecimientos presuntamente históricos: la victoria del miserable misógino Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América, la conversión del Partido Socialista Obrero Español en un aplicado colaborador del Partido Popular (uno de los más corruptos, si no el más corrupto de Europa), el acelerado deshielo de los polos, el patente cambio climático que comenzamos a sufrir en nuestras cosechas; yo, cuando suceden todas estas cosas, intento concentrar mis esfuerzos en lo que modestamente puedo hacer por mí mismo día a día, aquello que está al alcance de mis manos: mi trabajo. Converso con las personas que se sientan al otro lado de mi mesa y admiro su valor, su sencilla honestidad inquebrantable, la misma que me enseñaron mis padres. Cada día atiendo a héroes así.
No tengo ninguna duda de que saldremos adelante.
Donald Trump, como quienes le precedieron, será el combustible de las naves que nos llevarán más allá de nuestra diminuta balsa flotante en el espacio. Sus decisiones, acertadas o equivocadas, nos empujarán hacia adelante porque no hemos dejado de hacer otra cosa desde que nos pusimos en pie. Ninguna ideología, absolutamente ninguna, es capaz de impedir nuestra curiosidad por saber qué hay al otro lado de la colina.
viernes, 11 de noviembre de 2016
Al otro lado de la colina
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4 comentarios:
Habrá poesía, querido Jesús. Un petó.
Petó gran, Penélope. Y sí, como ya fue dicho, habitamos el mundo poéticamente, eso es algo que no podemos evitar, forma parte de nuestra naturaleza. Otro besazo, querida Silvia.
Es verdad. Pero a veces subimos la columna con ayuda, y otras con obstáculos. Pero es verdad.
Pues sí, si habitamos el mundo poéticamente las alegrías y las tristezas, sobre todo éstas, son más pronunciadas.
Un abrazo
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