Volviendo de sacar dinero de un cajero automático y comprar el pan he visto el cuerpo de un pájaro pequeño en la esquina de la calle. Se trataba de un gorrión que, como todo el mundo que me conoce sabe, es mi pájaro favorito. Su rígido cadáver había perdido la esponjosidad del plumaje de invierno, y lo que quedaba era su pequeño cuerpo delgado y la cabecita de lado, las membranas de sus ojos unidas en un gesto de frío, aceptación y abandono.
He sacado el móvil del bolsillo y he estado a punto de hacerle una fotografía, pero al ver su imagen en el teléfono he sentido pena, he dudado y finalmente, tras mirar a mi alrededor como si hubiese estado a punto de cometer un crimen, he desistido de ello.
Antes no me pasaba. Hacía fotografías a todo tipo de animales muertos. Mis blogs son testigos. Algo ha ido pasando en mí durante estos años para que ahora no quiera hacerlas o, mejor dicho, para que ahora sienta al principio, como siempre, el intenso deseo de fotografiar pero, en el momento de pulsar el botón, aquel algo me lo impida. No sé, no estoy seguro de qué es, pero creo que tiene que ver con el respeto.
domingo, 17 de diciembre de 2017
Respeto
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4 comentarios:
La muerte nos arrebata la dignidad, supongo que hacer una foto es ahondar más en esa pérdida... Siempre me ha costado levantar la cámara en esas situaciones, la verdad... te entiendo.
Antes no me pasaba. Como durante muchos años he conducido en carretera abierta para ir a trabajar y también nos gusta salir a caminar por el campo he hecho fotografías a jabalíes y zorros atropellados, un precioso abejaruco que arrastré hasta casa pegado al morro de mi coche, culebras muertas, incluso un tejón una vez.
Pero ahora ya no me gusta. Aunque me doy cuenta de que actúo hipócritamente, porque no le hago una fotografía visual pero sí una, digamos, literaria. Describo su cadáver detalladamente.
Debo pensar en esto.
Un abrazo.
qué tierno eres, Jesús.
Pues... muchas gracias, arponauta, y un beso.
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