Hoy es cinco de enero del año dos mil veintiuno, las temperaturas en España han caído considerablemente y se anuncian nevadas abundantes incluso en lugares donde casi nunca nieva. Tras despedirnos de nuestra hija que viajaba de vuelta a Noruega hemos conducido desde Zaragoza hasta Barbastro y todo era igual que siempre, como si todos los días de mi mundo fuesen el mismo día, todos los paisajes el mismo, el cielo azul cubierto de nubes a kilómetros de altitud el mismo, yo y mi mujer a mi lado en el coche corrigiendo trabajos de Lengua y Literatura los mismos, la vida entera la misma. Yo, en estos primeros días del nuevo año, no me siento en absoluto diferente al que era en las postrimerías del año que ya no existe en presente; tengo y siento los mismos defectos y las mismas virtudes. Soy el mismo y, lo más importante: siento que el mundo es exactamente igual que hace una o dos semanas. Y no quiero referirme a la pandemia mundial que asola el mundo y, tú y yo lo sabemos, un día se apagará como los incendios forestales. Me refiero a otra cosa que siento en las tripas, algo que siempre ha existido y existirá. La vida natural, la existencia real y simple y probablemente aburrida, el decurso de los acontecimientos humanos, casi siempre comunes, casi siempre antiguos, fluye sin cambios ni celebraciones ni calendarios. Y este pensamiento no es algo que me incomode sino que me consuela, me conmueve. Disuelve expectativas, disuelve toneladas de peso invisible en mis espaldas. Somos eslabones anónimos en una cadena, pasajeros de vuelos comerciales sobrevolando el mar del norte y sus plataformas petrolíferas bajo las estrellas de la noche, durmiendo.
martes, 5 de enero de 2021
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2 comentarios:
Es curioso, nos parece que nada cambia en unas fechas o unas semanas o meses, pero en realidad siempre estamos en proceso de cambio, tanto celularmente como en comprensión del mundo y la vida (pensamientos, ideas...) Tal vez por eso me sigue gustando cada vez más leer. Es como un reloj que te ratifica en lugar de quitarte horas de la existencia. Bueno, creo que solo me entiendo yo.
Siempre estamos en proceso de cambio, Fackel, pero si nuestras células hacen bien su trabajo se sustituyen a sí mismas por células idénticas a las que mueren, así que siempre somos nuevos por un lado pero viejos e idénticos por el otro.
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