Las pinceladas de acuarela, las vibrantes, las maravillosas amapolas, comienzan a agostarse. Los pájaros cantan invisibles en los árboles bajo cuya sombra caminamos algunos tramos del paseo. El cielo azul, alto, inacabable, sin una nube, azul, tan azul, me hace recordar la belleza del lugar donde habito. Los campos hace pocos días de un intenso color verde esmeralda ahora comienzan a amarillear, a volverse poco a poco dorados, de cobre, de oro. El agua corre transparente y limpia por el canal de Selgua. Suena el zumbido de los insectos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Hola Jesús.
No tengo otra forma de contacto, así que aprovecho este post para desearte mucha felicidad, seis décadas, y, sobre todo, mucha salud para ti y los tuyos.
Javier
Te deseo, os deseo, lo mismo, Javier. Muchas gracias.
Publicar un comentario