Continúo en el río. Estoy vivo: cada día amanece. El calor bestial, marciano, inhumano, ha descendido desde ayer, aunque regresará, según los pronósticos. Añoro el invierno, el vapor de humo en mi boca al respirar en la acera de la calle por la mañana. Quienes me conocen lo saben: el frío es mi religión, mi única religión. Todo lo demás es sufrimiento y aceptación, resignación, rendición. El frío me comprende y yo a él. Es absurdo, lo sé; un invento ridículo, lo sé; no tiene ningún sentido racional, lo sé: por todo eso digo que es mi religión.
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2 comentarios:
Muy interesante reflexión (no me siento nada ajeno a ella, aunque no es el frío mi ídolo precisamente) Cada cual tiene derecho a su ¿racionalidad irracional? Si hay algo contra natura desde el principio de los tiempos es la religión. Se pretende racional cuando es la antítesis. Pero a la humanidad le gusta la mentira, y su amplio repertorio de matices.
Fackel, perdona que no te haya agradecido antes el comentario. El calor mata incluso mis modales, por no hablar de las ganas de escribir. Estudié en un colegio de sacerdotes, dominicos exactamente, y soy ateo. He comprendido que las religiones son invenciones humanas, cuentos, metáforas para responder a lo que sólo la ciencia y la exploración puede responder. Invenciones peligrosas, asesinas, cuando se autoerigen como la verdad revelada y su propósito es decirle a la humanidad cómo debe vivir y morir.
No creo que a la humanidad le guste la mentira, creo, como dijo Holderlin, que el ser humano habita el mundo poéticamente, y la religión se aprovecha de ello hasta inventar algo como la "fe".
Para mí el invierno es mi religión ahora porque te escribo desde Zaragoza, donde hay 38 grados de temperatura. Y son unos grados (a la sombra) que no depende la fe.
Un abrazo y gracias por comentar en este blog viejo y olvidado. Te lo agradezco mucho.
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